• sábado 28 de mayo de 2022 - 12:00 AM

La oveja negra y los que cambian oro por espejo

¿Será que solo podemos ir a nuestros trabajos con el cabello trenzado o afro en mayo?

Desde muy temprana edad me enfrenté al bullying escolar. Diariamente niños y niñas me arrebatan mis útiles y tiraban mi comida al piso, pero lo que creo que más me destrozaba la autoestima eran las burlas a razón de mi color de piel y aunque las humillaciones,  me obligaron a defenderme de los ataques, el dolor por las mofas se quedaban en mí,  no entendía por qué el ser negra me hacía objeto de la burla de otros.

Fue en este punto que entre lágrimas la niña Lucy de ocho años de edad comenzó a lamentar ser negra, crecí odiando mi cabello, mis rasgos, mi identidad. Recuerdo que a solas rasguñaba mi piel, no quería ser negra, quería que el bullying terminara.  Tuvieron que pasar tres décadas para comenzar a enamorarme de mis raíces.

Esta remembranza de mi infancia me hace recordar también a alguien quien recientemente me comentó que conocía a una joven indígena que negaba hasta la muerte ser ‘originaria’.

“Yo soy una panameña tradicional, pero indígena no soy, a mí me respetas”, era la reacción de la chica, es obvio que aún no se acepta como es.

Lo cierto es que ambos relatos provienen de personas que integran grupos sociales que han sido segregados.  Tanto negros como indígenas históricamente hemos sido perseguidos, esclavizados, estigmatizados y mancillados.

Los siglos y las muchas leyes no han sido suficiente para eliminar la segregación que hoy por ejemplo viven los originarios, a quienes muchos prefieren invisibilizar o tratarlos con menosprecio- siendo ellos a mí parecer -  los verdaderos dueños del continente.

Precisamente, recuerdo una anécdota que me contó un colega quien en Chiriquí, fue testigo de cómo un pavo de una chiva (transporte público) levantó de su puesto a una joven Ngäbe Buglé para que un extranjero de ojos azueles se sentara. Situación inconcebible en un país como el nuestro.

Por otro lado, se sigue denunciando los casos de discriminación hacía quienes tenemos el cabello afro o piel oscura en locales comerciales, restaurantes, escuelas, universidades y hasta en los trabajos, donde al parecer a muchas mujeres se les obliga los 334 días del años, a alisar sus rizos, para así presuntamente estar “presentables”. Curiosamente son los mismos jefes que con bombos y platillos celebran hipócritamente el ‘mes de la etnia negra’ cada mes de mayo.

Sigo confundida en este punto: ¿Será que para ellos, los negros somos negros solamente 31 días al año? ¿Será que solo podemos ir a nuestros trabajos con el cabello trenzado o afro en mayo?

Lo cierto es que los estereotipos de la oveja negra y los que cambian oro por espejo, sigue prevaleciendo en el subconsciente ignorante de algunos seres humanos y me pregunto: ¿por dónde habrá que empujar este país para hacer evolucionar el pensamiento de este pueblo tercermundista?

Periodista

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