Después que, por un alineamiento de planetas, se conformó una alianza donde estuvieron los diputados de Vamos-Moca, muchos creyeron que, ganando esta alianza, había esperanza que el cáncer, en etapa terminal, que padece la Asamblea, podía revertirse. Imposible porque la mayoría de los diputados son de partidos politiqueros tradicionales.
Así las cosas, los ahora 22 Vamos-Moca, con algunos cuantos de esos partidos tradicionales, que a veces votarán con ellos, no serán suficientes para corregir esa Asamblea. Y cuidado siguen perdiendo miembros de Vamos-Moca, no pudiendo conjurar el mal y la Asamblea seguirá hacia su colapso, junto a todo el resto de la institucionalidad del Estado fallido que es Panamá.
El pensamiento, atribuido a Albert Einstein, que reza: hacer lo mismo esperando resultados diferentes es locura, se aplica a los que insisten en creer que puede llegarse a “consensos” potables con los cancerosos diputados.
Hablan los de Vamos-Moca que acordaron con Jorge Herrera y con los que votaron por él que pueden reformar el Reglamento Interno para que la Asamblea sea un dechado de integridad; que pueden pasar ley para que los delitos de corrupción no prescriban, entre otras leyes necesarias, pasarían con los 37 que votaron por Herrera. Las conformación de Comisiones dejó claro que los 37 ya no están.
Si el Ejecutivo no tuviera metástasis del mismo cáncer que afecta la Asamblea, habría una oportunidad pero no es así y las pruebas, todos los días, afloran en los medios.
Los Vamos-Moca, con alguno que vea la luz de los otros aliados deben seguir vigilantes y contestatarios a los cancerosos de la Asamblea pero abrir otro frente, ya no en la Asamblea sino en la calle y las comunidades organizando el pueblo que tiene poca orientación política para que, ante oportunidades que se darán, por el caos que vivimos, vayamos a Proceso Constituyente de verdad, no el cuento del presidente. Si el gobierno convoca, hay que ganársela y eso solo se daría si hay una vanguardia que aglutine al Panamá potable para darnos la Nueva República que se necesita para rescatar el país de 57 años que una Empresa Criminal Conjunta ha desgobernado en beneficio de sus allegados, impidiendo que haya bienestar común.