Creer o no es un asunto de fe, el dogma es una proposición tenida por cierta, de carácter indiscutible e innegable dentro de una doctrina sin posibilidad de debate o cuestionamiento. El Dr. Arnulfo Arias Madrid fue tres veces presidente de la República de Panamá y sufrió dos fraudes electorales, con lo cual habría ocupado la máxima magistratura del país por lo menos cinco veces. Estos hechos hablan de una persona con alta credibilidad, popularidad y respeto por parte la mayoría de los panameños durante el siglo XX.
Tal vez, el mayor pecado político de Arias Madrid fue su fuerte convicción, la cual mezcló con postulados firmes e inclaudicables en la figura de la llamada ‘Doctrina Panameñista’. Es así o no se hace, tan radical como polémico, así fueron todos los mandatos interrumpidos de Arnulfo, qué, con la razón o no de su lado, intentó imponer un criterio que seguramente era el correcto, pero que no supo comunicar más allá del grupo de los seguidores de su doctrina, que profesaban sus postulados de forma dogmática.
Hoy vemos al presidente José Raúl Mulino con formas muy parecidas a las de Arnulfo, en cuanto a lo que él cree, es lo mejor para el país. Su estilo déspota denota la falta de paciencia para consensuar acuerdos mediante los métodos del diálogo y la concertación, que han sido efectivos para gobernar y ser gobernado en este país con características y formas diversas, producto del crisol de razas que hacen de Panamá una sociedad compleja y de múltiples criterios.
Si en el siglo XX fue imposible gobernar a través de una doctrina, en este siglo XXI sería ilógico pensar que la imposición de un método dogmático tenga cabida dentro de la cosmovisión de una nueva generación que rebate y cuestiona todas las decisiones impuestas por cualquier tipo de autoridad. La base de estabilidad social panameña se compone del diálogo constante y del consenso permanente para la toma de las decisiones colectivas.