• viernes 12 de septiembre de 2025 - 7:40 AM

Nepal y Panamá: dos rostros de una misma crisis

La crisis actual que atraviesa Nepal, marcada por la inestabilidad política, la pobreza persistente y el desencanto ciudadano debido a la corrupción de sus élites, guarda más similitudes con Panamá de lo que a simple vista podría parecer.

Aunque ambos países se encuentran separados por miles de kilómetros y realidades culturales distintas. Ambos comparten una misma enfermedad: la captura del Estado por intereses particulares que hace que unos pocos vivan con privilegios, frente a una mayoría que lucha por subsistir.

En Nepal los escándalos de corrupción se repiten con alarmante frecuencia: el desvío de fondos públicos, la falta de transparencia en los proyectos de reconstrucción tras los terremotos, sobrecostos, contratos direccionados, incapacidad para atender las necesidades básicas y un sistema de justicia que parece selectivo a la hora de castigar a los responsables; dibujan un panorama similar a Panamá donde los ciudadanos no confían en sus gobernantes.

El denominador común es la impunidad. Tanto en Katmandú como en Panamá, los procesos judiciales rara vez alcanzan a los responsables de alto nivel. La consecuencia es un círculo vicioso: los corruptos se sienten protegidos y la ciudadanía, resignada. Esto, a largo plazo, es una dinámica que erosiona el contrato social, debilita la institucionalidad y frena el desarrollo económico.

La lección es clara: no hay prosperidad sostenible sin ética pública. Nepal nos recuerda que, sin un liderazgo comprometido, la democracia se queda en un mero formalismo. Panamá, por su parte, debe mirarse en este espejo y corregir el rumbo.

En paralelo, ambas naciones nos recuerdan que la corrupción no distingue continentes ni culturas; nos muestran que la verdadera crisis no es solo económica o política: es moral. Y mientras no se asuma esa verdad incómoda, el futuro seguirá hipotecado por la corrupción.

Abogado y Periodista