- jueves 08 de octubre de 2020 - 12:00 AM
Nacemos niño o niña
Cobardemente los panameños guardamos silencio ante una situación que afectará a nuestros hijos, mientras la degeneración social va del brazo de políticos inescrupulosos, que desafían a Dios y la naturaleza.
Al momento del nacimiento, el médico informa: nació varón o hembra (niño o niña). No existe otra condición natural.
Presidentes, diputados jueces y otros funcionarios juraron servir a la Patria, pero parecieran servirse de ella para, solapadamente, imponer un estilo de vida con una condición que dista mucho a la moral y buenas costumbres. La perversidad aúpa la corrupción y distrae a la población mientras los corsarios (ladrones de cuello blanco), se hacen millonarios.
Peligra la familia y peligra el derecho a discernir. Nuestra opinión entra en peligro con las intenciones detrás de la ideología de género que, entre otras cosas, busca patentizar la degeneración social, donde la Corte Suprema de Justicia relega los miles de expedientes por resolver y años de estar en espera, para dedicarle tiempo a una condición atípica de la cual son menos de un milésimo de la población.
Sería irresponsable juzgar a todos(as) los(as) gay, de degenerados, pero existe un número plural cuyo comportamiento dista mucho de la decencia y buenas costumbres. Hablan, caminan y mantienen modismos del sexo opuesto, actuares impropios y hasta vulgares, incluso en su vestimenta.
Es peligroso, cuando desde altas esferas del gobierno se abanican intenciones de crear leyes que la Constitución limita, prohíbe, impide, promoviendo con ello actos inconstitucionales, innaturales, contra la religión y contra Dios.
Muchas religiones guardan silencio cómplice ante esta ofensa al Creador. Quizás estén recibiendo canonjías, aportes o recursos económicos que les impide manifestarse, cual es su obligación natural. Quizás también participan del clientelismo y malas prácticas gubernamentales de los actuales corsarios.
Martin Luther King Jr. expresó: “Una nación se sentencia a si misma cuando sus gobernantes legalizan lo malo y prohíben lo bueno, y cuando su iglesia cobardemente se vuelve cómplice, con su silencio.” Dios te salve, Panamá.
Economista, educador, humanista.
A medio cocinar