- jueves 09 de junio de 2022 - 7:00 AM
En modo Antai
Antai es la nueva Dirección de Medios. Entidad del Órgano Ejecutivo de por sí sin fuerza para perseguir la corrupción, que, en el mundo feliz, les correspondería a los tribunales. Hoy encuentra su función resucitando la Dirección Nacional de Medios, de triste recordación.
Una ley de 2019, sobre datos personales, le otorga responsabilidad de sancionar supuestos delitos e infracciones sobre la materia, y echa abajo el árbol del periodismo y el ejercicio de los periodistas. Una ley con portillos que posibilitan judicializar el periodismo, esa crónica de la vida, con la que se construye la historia y oxígeno de la democracia.
El Conape y el Colegio Nacional de Abogados se unen para desarmar ese entuerto, que no es gratuito y que está en la línea del blindaje permanente de quienes prefieren oscuridad sobre el desmadre nacional y su corte de la impunidad.
El conejillo de Indias es un medio digital, La Verdad, dirigido por un periodista ya entrado en años, Edmundo Dante Dolphy. La Antai multa ese medio por haber publicado un documento que puede adquirirse en el supermercado, como una barra de pan de harina de trigo menos ucraniano: un certificado de matrimonio. La contraparte femenina aporta esa prueba en su denuncia de abuso, pero al revés del caso Depp/Amber. No olvidar el papel estelar de la no actriz y abogada Camile Vásquez, oriunda de la tierra de Shakira.
Ojo con ojo, miro a Dolphy. Tanta fechoría, pandemia y guerra, colega. Solo faltaba la Antai. Dante quiere convencerme con esa mirada que nuestra democracia está en un momentum dantesco. Y a los poderes ni les interesa nada de derecho de la información a escala internacional y nacional (sistema interamericano, jurisprudencia local).
Diputado tramita otra antayada, en atención a esa ley, que será denunciada por inconstitucional, en su articulado portillo para obstaculizar la libertad y propiciar la autocensura.
Periodista que no quiere seguir el camino pedregoso de Dante que empiece a comunicarse con señales de humo o movimientos de mano sin llegar a la vulgaridad.