• lunes 22 de febrero de 2016 - 12:00 AM

¿Qué de los malos ejemplos?

Son funcionarias más o menos inteligentes y confiadas en que su sueldo seguirá corriendo, a pesar de los errores...

Cuando se aceptan responsabilidades y cargos públicos hay que tener la capacidad para desarrollar las funciones encomendadas con inteligencia, seriedad, sabiduría y tener capacidad de comunicación.

Hemos visto la soberbia y el orgullo de algunas servidoras públicas mediocres, de conciencia infantil que viven engañadas en su mundo de uñas pintadas, y solo atienden a sus caprichos y sus ocurrencias.

La vida de estas personas no tiene ninguna trascendencia, hacen mal su trabajo y son esclavas de una ambición desmedida, además, arrastran con sus errores a cantidad de personas que creían en ellas, y eso es peligroso porque toda esa colectividad puede caer al abismo.

Estas fanfarronas deben interesarse por mejorar su trabajo y orientar a la comunidad a la cual sirven, en vez de celebrar con fuertes carcajadas el despilfarro de dinero que gasta el Estado al mantenerlas frente a una posición que han convertido en un circo.

Hay que actuar con los ojos bien abiertos y puestos en las mejores figuras que llenen completamente la silla de la responsabilidad, eficiencia y eficacia para que se rescate la buena imagen de las instituciones que representan.

Y es que son funcionarias más o menos inteligentes y confiadas en que su sueldo seguirá corriendo, a pesar de los errores que cometan. También se embrutecen de pensar en que su jugoso salario pueda estar inseguro.

Debemos reflexionar y no permitir que la vanidad y la prepotencia nos ciegue a todos.

Ellas seguirán refrescándose con copas de piña colada y lo que conviene es que en conjunto se mantenga la buena postura, el llamado inmediato y consciente para que estas funcionarias sean productivas.

Con el dinero del pueblo no jueguen porque la opinión pública no duerme y sabe a quiénes atribuirles la culpa de la inmoralidad de irrespeto y abuso que va llegándonos al cuello y no despertamos.

Es imperdonable que personas como las señaladas en este artículo no respeten la dignidad y el sentimiento de las personas.

*Docente universitaria