Liderazgo político

La sociedad se desintegra. Esta primera frase forma parte de la canción ‘hipocresía', de Rubén Blades. Y es probable que, como sociedad, nos cueste aceptar las consecuencias que representa tener una clase política altamente clientelista.

En recorridos en las comunidades, hemos sido testigo fieles que, en nuestro país, hay más gente buena que mala. Y esto, con sus excepciones, me lleva a una conclusión lamentable que es bien sabida por todos: la mayoría de nuestros políticos no nos representan. No nos representan, porque -muchos- han llegado al poder para enriquecerse de los dineros del Estado, producto de negocios amañados, coimas, sobrecostos, etc.

En contraste, el panameño de a pie se encuentra en una lucha diaria por sobrevivir y poner un plato de comida en su mesa. En Panamá, nos acostumbramos a que miles de padres de familia tengan que destinar recursos para una educación privada de ‘calidad'. Esta realidad la conocen todos los que están y los que han pasado por la administración de la cosa pública. Basta con mencionar mediciones y pruebas como PISA, para darnos cuenta, que la visión actual de nuestros gobernantes dista de los ideales de sociedades desarrolladas en todos los niveles.

La pandemia, el desempleo generado por la falta de visión futurista, el deficiente sistema de salud y la corrupción empujada por la impunidad, han generado una coyuntura importante. Queda en manos de los gobernantes, escuchar a los gobernados. De lo contrario, la ausencia de liderazgo político ha provocado, provoca y seguirá provocando protestas sociales, crisis económicas a su paso e inestabilidad en todos los sentidos.

PERIODISTA