• viernes 28 de marzo de 2025 - 9:35 AM

La peor astilla es del mismo tronco

Existe un mito de los ñangaras con relación a las últimas palabras de Ernesto Che Guevara, instantes ante de su ejecución a manos de su verdugo. ‘Póngase sereno y apunte bien: va usted a matar a un hombre’.

En realidad, sería muy difícil verificar esta cita dada la complejidad de los hechos, no obstante, no cabe duda que el hombre era valiente, idealista y determinado. No es de extrañar que 58 años después se siga recordando la hidalguía del guerrillero.

Ayer, al canciller Javier Martínez Acha se le encomendó la tarea de leer en conferencia de prensa las palabras redactadas por alguien más, anunciando el salvoconducto para que el ex presidente Ricardo Martinelli continúe su asilo político en Nicaragua.

La pregunta es si hubo o no algún tipo de acuerdo previo con Martinelli aceptando voluntariamente las condiciones o simplemente se aplicó el protocolo para dichos efectos. En el lenguaje diplomático, el anunció se respaldó en la solicitud de asilo solicitada por el mismo Martinelli en su momento, cuando su partido aun no había ganado las elecciones de mayo del año pasado.

En perspectiva y por lo anunciado en campaña, el camino de Martinelli debía estar más despejado de lo que resultó en realidad, sin embargo, para él, fue peor de lo esperado. El canciller Martínez Acha, en principio, fue contemplado para reemplazar a la esposa de Martinelli como vicepresidente de la nómina presidencial del partido Realizando Metas y de Alianza.

Según cuenta la historia, Martínez Acha habría declinado por recomendaciones médicas debido a un tratamiento de salud. Posteriormente, Martinelli levanta la mano de un viejo y conocido aliado político, quién luego terminaría reemplazándolo en la papeleta presidencial y obtenido a través de las urnas la máxima magistratura del país.

Al canciller Martínez Acha le tocó la tarea de rematar a Martinelli en su ocaso. Al igual que lo ocurrido con el fusilamiento del Che Guevara, acá también tembló el pulso y se escuchó la voz taciturna y temerosa del verdugo.

Periodista