• jueves 09 de octubre de 2025 - 12:00 AM

La paradoja de nuestras vidas

Construimos carreteras, exigimos anchos caminos, pero nuestros puntos de vista son estrechos.

Desperdiciamos el agua en casa, para comprarla embotellada.

Como un nido, con paciencia, formamos intelectualmente, pero somos insensibles al dolor humano, especialmente con la gente pobre.

Queremos tener cuentas de banco y más dinero, pero disfrutamos de las migajas del trabajador, del que vende legumbres.

Vivimos en países donde se premia al ladrón y se castiga al inocente.

Gastamos más, pero poseemos menos, sobre todo principios sociales y relaciones humanas.

Poseemos viviendas más grandes, pero nuestras las familias son cada vez más pequeñas.

Queremos más comodidades, pero no tenemos suficiente tiempo libre para disfrutarlas.

Acumulamos más diplomas, pero damos prueba de menos lógica, menos discernimiento y más sometimiento a gobernantes sin liderazgo.

Multiplicamos los activos, pero disminuimos los valores éticos y morales.

Ya la ciencia nos permite vivir más tiempo, pero abusamos de la cantidad en menosprecio de la calidad.

Los discursos de políticos son de proyectos futuros, cuando son gobernantes son displicentes, aberrantes, inconsistentes e indolentes.

Vivimos en un país rico, pero con mas mendicidad que en países pobres.

Tenemos auto de lujo, pero la refrigeradora vacía.

La alegría rebosa en la oficina y con los amigos, pero nuestra vida resulta triste y monótona.

Viajamos muchos kilómetros de una ciudad a otra, para hacer amigo, pero desconocemos quienes son nuestros vecinos.

Queremos hijos obedientes y sinceros, pero les enseñamos a mentir.

Nuestros gobernantes hablan de igualdad, social, política, pero hacen lo que les viene en gana.

Se pretende reconstruir una villa diplomática, innecesaria, pero se esquiva hablar de las necesidades del Oncológico o salud y medicamentos para la población.

Se pretende construir un ferrocarril Panamá/David, sin un estudio del incremento del desempleo y otras desventajas futuras.

Exigimos sinceridad, pero mentimos al voltear o estar de espaldas.

Dejamos de saludar a los amigos o reunirnos con ellos, pero cuando mueren enviamos sendas notas de “paz a su alma” o “Dios lo tenga en Gloria”. Soy el Hijo de Juana. Dios te salve, Panamá.