• sábado 15 de febrero de 2025 - 12:00 AM

La OEA en el nuevo orden internacional

Con la precandidatura anunciada por Costa Rica, que se sumará a las de Paraguay y Surinam, serán tres los aspirantes a la Secretaría General de la OEA, supuesta a ser decidida el próximo 12 de marzo en la reunión del Consejo Permanente convocada para esa fecha.

La OEA, formalmente nacida a la vida internacional en 1948, fue la heredera de la Unión Panamericana, creada por los Estados Unidos en 1890, para ratificar su hegemonía en el continente americano, ha vivido muy pocos momentos que puedan recordarse como concordantes con los sonoros principios enunciados en su carta constitutiva.

En los años siguientes a la Segunda Guerra Mundial, en ella camparon a sus anchas las dictaduras que proliferaron en el continente, acomodadas y patrocinadas como piezas instrumentales de las políticas oficiales de los Estados Unidos para enfrentar “la amenaza comunista”.

El numero de sus estados miembros, con el ingreso en bloque de los estados caribeños anglófonos, pasó de las 21 históricas repúblicas americanas a los 34 que, nominalmente, la constituyen. Esa adición, aparte de incrementar las sillas en sus instancias deliberativas, también trajo aparejada, por haberse institucionalizado “la regla del consenso”, la acentuación de su inoperancia que, con frase cáustica, pero absolutamente certera, definió un excanciller colombiano cuando dijo que de la OEA “ya no se ocupaban ni los humoristas”.

Desde el intento de revisión, para supuestamente reformarla y actualizarla, del Grupo de Trabajo que presidió el embajador Antonio Mercader, del Uruguay, en 1998, en varias ocasiones se han ensayado, infructuosamente, otras tratativas. Y “las Cumbres de las Américas”, supuestas a darle nuevos impulsos tampoco han servido de mucho.

En las circunstancias actuales, antes que seguir prolongando la vida de una entidad inoperante, totalmente insignificante en cualquiera que sea el “Orden Internacional”, que resulte de los actuales avatares, en el que “ni pincha ni corta”, antes que seguir desfigurando la caricatura en que ha degenerado, sería prudente que en lugar de una nueva elección de Secretario General, esta se pospusiera y que sus estados miembros, en un cónclave del más alto nivel, piadosamente le extendieran el certificado de defunción y consideraran sustituirla con alternativas más creativas y efectivas. Panamá, podría ser la promotora de esa nueva avenida, cuya exploración no solo está justificada sino que es inaplazable.

En lugar de una nueva elección de Secretario General, convendría que sus estados miembros, en un cónclave del más alto nivel, piadosamente le extendieran el certificado de defunción.
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