La invasión a Panamá ocurrida el 20 de diciembre de 1989 es un hecho que, hasta el sol de hoy, aún la cifra de víctimas inocentes se desconoce. Esta tragedia marcó un antes y después en la historia panameña, dejando en duda la integridad de los derechos humanos ante un acto de desigualdad frente a la sociedad.
Todo comenzó cuando Estados Unidos lanzó la Operación Causa Justa para capturar a Manuel Antonio Noriega. Este hecho dejó un vacío profundo en todo el país, por las pérdidas humanas, el miedo y la destrucción total en la población civil. Muchos panameños recuerdan esos días como momentos de confusión, con bombardeos sin sentido, toques de queda y familias destruidas.
Aunque el objetivo oficial era restaurar la democracia y proteger el Canal, las consecuencias fueron dolorosas y duraderas. Barrios como El Chorrillo quedaron gravemente afectados, y la recuperación tomó años. La invasión también abrió debates sobre la soberanía nacional y la influencia extranjera en América Latina. Hoy, este acontecimiento se estudia para reflexionar sobre la paz, la memoria histórica y la importancia de resolver conflictos mediante el diálogo, evitando que la población civil vuelva a sufrir los costos de la guerra en el futuro cercano ya que gracias testimonios reales muchas de las armas y equipamiento militar que usaron en este acto fatídico fueron puestas a prueba frente a la población panameña. Por ende, este conflicto bélico es una cicatriz marcada de por vida en la historia de nuestra nación.