- martes 17 de agosto de 2010 - 12:00 AM
Justicia en tiempo de ‘Wild Bill’
El ‘Salvaje Bill’ adquiere relevancia de un momento a otro, de pronto toda la prensa se concentra en ese personaje aparentemente terrorífico que instalado en una isla de Bocas del Toro asesina a varias personas. ¿Pero qué parecido puede tener ese salvaje homicida con la justicia? A la verdad, mucho. Lo que a veces parecieran coincidencias, en trasfondo no lo son, obedecen al principio de causalidad, o sea es la causa de algo lo que produce un efecto; determinar si ‘Wild Bill’ o la justicia es la causa o efecto, en nada altera la realidad de una sociedad folclórica en donde justicia y democracia son casi dos ficciones o estúpidos ideales de personas que hay que extirpar como sea, en el criterio de los que tienen poder y lo usan conforme al juega vivo más deplorable y pernicioso.
‘Wild Bill’ vivía como un señor feudal en un país maravilloso donde cometer delitos o asesinar parece ser fácil, y mucho antes de que fueran públicos sus crímenes era un extranjero respetado, con inversiones, incluso aún desde el momento en que fue capturado ha gozado de todas las garantías constitucionales y del respeto tan acucioso por sus derechos humanos. La justicia ha sido eficiente con ‘Wild Bill’, en nada ese sujeto puede decir que sus derechos no se le han respetado.
¿Qué diferencia existe entre ese ‘Wild Bill’ y tantos ciudadanos que reclaman justicia y sólo reciben desprecio, dilataciones y abusos? ¿Es que ese extranjero criminal tiene más derechos que cualquier panameño? Entre el cómo procede la justicia y ese homicida hay una conexión que la semiótica puede explicar como la tesis de los rasgos compartidos: el juega vivo delictivo, la doble moral, la apariencia de la rectitud y de la honestidad, el afán por ser famoso porque salen en noticieros televisivos y en los periódicos diciendo lo que no es, lo que tergiversan. Si las autoridades de Estados Unidos no hubieran dado informes sobre ‘Wild Bill’ y solicitara cooperación judicial, seguro seguiría como persona respetada.
La justicia, en particular la que corresponde al ámbito penal —tanto en la fase sumarial como la fase plenaria—, tiene que ser revaluada, orientada al fortalecimiento de un estado de derecho, no como estructura de conveniencias o espacios políticos; en la medida que eso no ocurra, la fragilidad de la seguridad jurídica será mayor. Panamá quiere justicia verdadera. El autor es abogado