- viernes 02 de septiembre de 2016 - 12:00 AM
Jalón de orejas…
El pasado 30 de agosto, el presidente de la República, Juan Carlos Varela, reunió a todo su equipo de gobierno con mando y jurisdicción en el Salón Bolívar de la Cancillería, con el objetivo de hacer un llamado de atención, y reiterar mensajes; algunos de los cuales, fuera de ese círculo, parecieron confusos.
El llamado a la transparencia pudo interpretarse como una labor reiterativa del mandatario, pero en honor a la verdad, todos los que vivimos de la comunicación, podemos comprender, que más allá, de cualquier trivialidad expuesta ese día, se puede deducir con toda claridad, que aquella reunión se traduce en un fuerte llamado de atención para aquellos traviesos que insisten en las malas prácticas en el ejercicio de la administración pública.
El combate a la corrupción no puede relajarse, ni tampoco reducirse a la pasada administración. Aunque esté claro que el saqueo a las arcas del Estado durante el gobierno anterior fue descomunal, tampoco se puede asumir que los actuales funcionarios, en su totalidad, son unos angelitos. En algunos casos la sonrisa de bribones los delata, al igual que, algunas de sus fechorías que han trascendido a la esfera pública.
Este es un país pequeño, con gente vanidosa. Una combinación terrible a la hora que se conjuga el poder y la codicia. El ADN del pirata Morgan está presente en cada panameño, y parece acrecentarse cuando se está cerca del gobierno.
La corrupción no es solo un problema de partidos políticos, ya que distinguidos miembros de la sociedad civil, empresarios, entre otros, han mostrado en tiempo presente, que solo varió la forma de acceder al poder, no así el ánimo para delinquir.
La transparencia y el combate a la corrupción son tareas eternas y no se acaban únicamente con el ejemplo, sino con la certeza del castigo, en función de un sistema judicial eficiente y expedito, que no dé lugar a interpretaciones. No puede haber jamás justicia social, en medio de la impunidad.
Periodista
==========
El ADN del pirata Morgan está presente en cada panameño, y parece acrecentarse cuando se está cerca del gobierno.