• jueves 26 de mayo de 2016 - 12:00 AM

Invaden Barro Blanco

Somos un país atracado por propios y extraños

Históricamente hemos sido saqueados por piratas y corsarios que atravesando el mar penetraron nuestras costas, destruyeron las montañas y hasta las entrañas de nuestras aborígenes.

Somos un país atracado por propios y extraños. Nada más impropio, nada más doloroso que a nombre del pueblo que dicen representar, desaparezcan centenares de poblaciones autóctonas, bajo la ‘sonrisa mueca' de quienes mal gobiernan el país.

Vivimos en un país donde el dólar tiene más valor que la vida humana, donde no hay respeto al hogar ni la familia. Donde al igual que los antiguos corsarios hoy llegan foráneos y desalojan a nuestros aborígenes. Eso en nuestro Panamá de hoy.

Que mayor prueba de ilegalidad a la democracia. Se nos cuenta que el lunes 23 había más de 70 detenidos. Niños, mujeres y ancianos fueron sacados a empujones de sus viviendas artesanales construidas en la rivera del Río Tabasará.

Sus ranchos fueron destruidos bajo la impotente mirada de dolor y llanto de niños que jamás conocerán de un psicólogo, pero que quedará grabado en su mentecita la injusticia del Gobierno panameñista que dirige Juan Carlos Varela.

Los españoles invadieron el Istmo, masacraron al pueblo, y lo despojaron de sus pertenencias. ¿Cuál es la diferencia con lo sucedido en Barro Blanco y lo sucedido hace 500 años?

Hoy son nuestros hermanos Ngäbe Buglé, pero la victoria no la tenemos comprada, tal cual lo expresa el viejo refrán, ‘si ves la barda de tu vecino arder, pon la tuya en remojo'. Esto no acabará hasta no ver desparecer la clase media en Panamá, mientras tanto, sigamos en la rumba y culecos.

No puedo siquiera imaginar la tristeza, ansiedad, desasosiego, desesperación e impotencia de nuestros hermanos aborígenes de Barro Blanco cuando llegó la Policía, sacando a empujones a niños, mujeres y ancianos, para llevarlos a un albergue desconocido.

Clamando a Dios miran al cielo, un cielo incierto, desolado y sin esperanzas que el actual Gobierno se apiade y respete la Comarca Ngäbe. Dios te salve, Panamá.

Economista, educador, humanista.

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Esto no acabará hasta no ver desparecer la clase media en Panamá, mientras tanto, sigamos en la rumba y culecos.

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