- viernes 08 de septiembre de 2023 - 12:00 AM
Inteligencia artificial
Ahora que está de moda la inteligencia artificial y nos estamos acostumbrando a sus atajos, no queda otra, que aprender a convivir con este contexto, que mal empleado, amenaza con modificar lo evidente y amañar lo absurdo. Existe siempre el sentido común, pero la disonancia cognitiva adquirida por los seres humanos durante este siglo, presenta un riesgo para los sistemas participativos, constituidos como modelo de convivencia social, pero con claros privilegios para quienes están en el ángulo superior del triángulo del poder económico y político.
En otros tiempos, el análisis conceptual de cualquier hecho contenía menos información, pero era más compleja la tabulación de las variables en la mente humana. No obstante, a medida que los ordenadores electrónicos comenzaron a reemplazar los impulsos neurológicos del cerebro, el ser humano comenzó a ampliar su panorama en dimensiones nunca antes imaginadas. Hoy día, solo algunas mentes sobresalientes, que rayan en lo superdotado, están en capacidad de retar los planteamientos definidos por las computadoras.
Se espera que, en muy poco tiempo, la inteligencia artificial comience a desafiar la lógica y los valores, tal cual, los conocemos. La verdad, desde cada perspectiva, contiene una formulación de conceptos que se enmarcan, tanto en hechos tangibles como en elementos abstractos. Incluso, la fe y la necesidad espiritual contenida en el ser humano, conjuga parte de lo que conforma, en esencia, la composición de nuestra especie, como una más, de las que prosperan en este planeta.
Entre toda la inmensidad del universo, los seres humanos asumen su existencia como el centro del infinito. Las posiciones absurdas que asume a diario esta especie, más el estado mental de las personas influenciadas por las hormonas y las sustancias psicotrópicas que consumen, ponen en peligro el juicio moral y el deber ser de sus de sus acciones. La naturaleza humana se compone de cuerpo, mente y alma; cada una se alimenta con cosas distintas, y su equilibrio depende de sus plenitudes, no de un ordenador que tome las decisiones.
Periodista