- jueves 23 de febrero de 2023 - 12:00 AM
Iniciación lectora
Este momentum en que se afinca en el individuo la lectura, y, mejor aún, la escritura. Lectura y escritura, hermanas gemelas. Es un proceso, que puede ser largo, y que no debe ser tormentoso. Personas aseguran no estar interesadas en la lectura, perdónalas Señor que no saben qué hablan ni qué hacen; otras cuya voluntad es surcar los mundos literarios o admitir que la escritura les mueve piso y techo.
Se puede ser un lector, oficio honorable, pero para escribir el oxígeno es leer. Sin lectura permanente, no existe escritura de significado crucial.
¿Cómo se engancha al chico a la lectura de oficio? Esa combustión surge en el hogar y/o en la escuela, y, en el mejor de los casos, de una combinación de ambos, a veces sin que exista un contrato expreso. Hadas, duendes, cochinitos y monstruos son el combustible. No es un proceso sencillo, ni breve. Puede durar años.
Esa iniciación lectora tiene que ser cordial. Es necesaria para el futuro de la nación. Imposición, como en la nominación de magistrados, es uno de los jinetes del apocalipsis que ha generado la sequía lectora. Ir al libro, análogo o digital, con la pasión, con lo mejor de los valores, con la emoción de un estremecimiento y descubrimiento vitales.
Mucha gente se ha cruzado de calle por la obligatoriedad del libro durante el periodo escolar. Bienintencionados profesores pretenden que sus destinatarios consuman sus lecturas favoritas de ellos y de su época, y no aquellas que mueven la emoción, las neuronas, incluso del cerebelo, del educando. Se enemista de por vida con el afán lector. Es la tumba de la lectura. Es el acabose, si se suma que en gran parte de las familias ni por equivocación se encuentra un libro, y no hablo del libro de texto, que es encomiable, pero de tufo engañador. Un texto completo en él, por lo general, brilla por su ausencia.
PROFESOR