- viernes 05 de junio de 2020 - 12:00 AM
Hacerse el sueco
Opinar sobre el COVID-19 en Panamá sin ser médico es prácticamente una invitación a que lo tilden a uno de ignorante por hablar cosas que no sabe, sin embargo, la mayoría reconoce que no hay que opinar sobre el virus y sus efectos en la salud, sin estar capacitado para ello.
No obstante, si la decisión de prohibir el libre tránsito, a través de una cuarentena indefinida y sin poder opinar sobre los problemas que acarrea una medida como esta, es harina de otro costal.
Decretar acciones sin fecha de cumpleaños conlleva consideraciones que no pueden omitirse, al tiempo, que las consideraciones de criterio, por parte, de quiénes toman las decisiones, convierte el asunto en algo más complejo que una opinión científica.
Las aristas sociales y económicas tienen otros planos de discusión. El problema aquí, se produce cuando las autoridades basan sus consideraciones 100% sobre la base científica, pretendiendo actuar como ‘suecos' sin serlo.
Lo cierto es que, en Panamá, ni los gobernantes son suecos ni la población actúa como los suecos. La economía tampoco es comparable a la de los suecos ni las casas donde vive la gente se parece a la de los suecos.
En Suecia los hospitales no los hacen con contenedores reciclados ni el personal anda en bus; tampoco las obras públicas tienen sobrecosto; y mucho menos se paga coima por las mismas.
Resulta que los suecos no tienen la necesidad de pedir limosna al gobierno, porque los planes de ayuda social están ampliamente definidos, debido a que no se pierde un centavo de los contribuyentes por corrupción.
Es más, la mayoría de los suecos no necesitan de la ayuda social del gobierno porque su población tiene ahorros y solvencia económica; mientras que, para las excepciones de riesgo social, el gobierno tiene la capacidad de asistir cada caso de forma puntual.
El gobierno panameño, a diferencia del sueco, no tiene derecho a recular cada vez que su equipo científico entre en una crisis existencialista.
PERIODISTA