• martes 28 de febrero de 2023 - 12:00 AM

El fútbol derrota nuevamente nuestro decaído espíritu colectivo 

Las posibilidades de realizar nuestros sueños en manos de la suerte

El carnaval pasó, y todo siguió igual. El jolgorio y el desenfreno se apartaron, y cedieron su lugar al  lamento y en desgano. Nuestra desconfianza es total, y de ella no se libra nada ni nadie. Pareciera que no nos hemos dado cuenta que las reservas de nuestras fuerzas y entusiasmo renovador, que hace rato que se nos agotaron.

Las posibilidades de realizar nuestros sueños en manos de la suerte, los milagros o las elecciones, menos en las nuestras. Así que no es recomendable hablarle a terceros  de optimismo por la vida, pues la reacción podría  ser violenta. Estamos en el punto en el que es  fácil encontrar  un grupo para lamentarnos de nuestras desdichas y para maldecir por haber nacido en este país.

Pero en medio de tanta tristeza y desolación, el fútbol entra en escena, y en una jornada única en la historia nacional, en el mismo días y con pocos minutos de diferencia, “las féminas y los chicos dama”, se ganaron sendos cupos para los mundiales de esas categorías.

Para lograr semejante logro, no medió la  suerte, ni los milagro ni los políticos. Eso fue el resultado de años de sacrificios y trabajo duro, poniendo de lado sus debilidades, y aferrándose con fuerza a su profundo de deseo de triunfar. Nuestras felicitaciones a ese grupo de jóvenes, que supieron  sobreponerse a los pronósticos negativo, y nos dieron semejante lección de arrojo y gallardía colectiva.

Sería obligante reconocerle a esos jóvenes, que hicieron gala de lo que en el país hoy escasea.  Sólo puede sentirse ganador quien se atreve a “jugársela”  el todo por el todo, por algo por lo que vale la pena luchar.  La quejadera individual o en comparsa, es y será siendo un ancla para atrevernos a hacer grande por nosotros y por el país.

Aplauso de pie para nuestros futbolistas, y el deseo de que sigan escalando por la senda del triunfo, y mostrarle un  desprecio olímpico a aquellos “salados”, que al conocer  el  nivel de los rivales, les es más fácil esparcir su “vibra negativa”, en lugar de imitar su indiscutible espíritu guerrero.

Abogado jubilado

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