- miércoles 30 de abril de 2025 - 12:00 AM
Francisco, el papa de los desheredados
Los atributos personales son siempre importantes en un líder político o religioso. Y en el caso que nos ocupa, tienen muchísima relevancia. Sin embargo, no podemos ignorar lo que Ortega y Gasset significara en su famosa frase: “Yo soy yo y mi circunstancia”, para aludir a la influencia del contexto social en la gestión papal de Jorge Mario Bergoglio.
Fue el primer pontífice jesuita y latinoamericano: dos hechos decisivos en su gestión papal.
Desde temprana edad ingresó en la Compañía de Jesús, caracterizada por su trabajo misional y de compromiso social; y a los 36 años fue jefe de esta orden en Argentina, por 6 años consecutivos. Durante la dictadura militar en su país salvó la vida de más de 100 personas de la llamada “guerra sucia” o persecución política. Fue Obispo auxiliar de Buenos Aires y, luego, Arzobispo. En el 2001, Cardenal.
Vivió el surgimiento y efervescencia de la llamada Teología de la Liberación (TL), dentro de la Iglesia latinoamericana, que hacía una opción preferencial por los pobres en su interpretación del Evangelio. Juan Carlos Scannone considera que Francisco perteneció a una de las 4 corrientes dentro de la TL, conocida como la “teología del pueblo”, que privliegiaba el análisis histórico cultural.
Escogió el nombre de “Francisco” en homenaje a San Francisco de Asís, por su testimonio de vida de humildad y pobreza. En sus 12 años de pontificado destacó por su vida austera, su sencillez e identidad con los desposeídos, su defensa del medio ambiente, de los migrantes y de la paz en el mundo. Promovió la investigación de la pederastia dentro de la Iglesia y dio apoyo a enfermos y privados de libertad.
En el 2013, en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) en Río de Janeiro, exhortó a los jóvenes a “hacer lío”. En el 2019 visitó Panamá, sede de la JMJ en aquel año, y dijo: “Jóvenes, no tengan miedo, que están para más”. Sobre los migrantes asentó: “El encuentro con un migrante es un encuentro con Cristo”. Sobre el homosexualismo: “¿Quién soy yo para juzgar?”. Y un mensaje sobre la paz: “(Ésta) se basa en el respeto de cada persona, independientemente de su historia, en el respeto del derecho y del bien común, de la creación que nos ha sido confiada y de la riqueza moral transmitida por las generaciones pasadas.”
Su mensaje de profundo contenido humanista queda para la posteridad.
Abogada y catedrática universitaria