La paz y la libertad tienen un precio, vivir en regla no es una opción, al menos que se pretenda subsistir con tiranía y con abuso de poder bajo la ley del más fuerte. Las sociedades en su conjunto tratan de establecer normas de convivencia que permitan la interacción entre seres humanos.
Mientras el derecho objetivo es el sistema de normas jurídicas que rige la sociedad y regula la conducta de las personas, el derecho subjetivo es la facultad del individuo para exigir algo con base a dichas normas. En otras palabras, el derecho objetivo es el conjunto de reglas y el derecho subjetivo es lo que el individuo puede hacer con estas reglas.
El bochinche formado por las filtraciones de chats sobre una supuesta conspiración política a través del sistema judicial, solo demuestra dos cosas: por un lado, el abuso del derecho objetivo de un bando que desenmascaró la falta de escrúpulos, mientras que la contraparte abusó del derecho subjetivo para acceder al poder político y resolver sus necesidades judiciales.
En ambos se apeló al Estado de derecho regido bajo las normas jurídicas establecidas. En este caso no existen justos ni injustos, simplemente se desnudó los bajos instintos de dos bandos económicos que trataban de influir en el proceso electoral de mayo de 2024.
Esto solo refleja la necesidad de un cambio profundo y estructural de la constitución política de la república de Panamá, algo que atiende directamente a un marco legal desfasado y obsoleto, incapaz de discernir entre lo justo y lo injusto. La pérdida del sentido común de las leyes que rigen una sociedad, es antagónica a la paz social, al tiempo que fomenta la desigualdad entre los seres humanos que comparten territorio.
Panamá está al límite de la tolerancia colectiva, en poco tiempo podría volver un estallido social que vuelva a poner de rodilla a la Corte Suprema de Justicia, obligándola a fallar en función de la paz social y no en estricto derecho.
