• sábado 18 de julio de 2020 - 12:00 AM

Enforzar o mejor no gastar

Tan reciente como en la mañana de ayer, pude ver lo que, para la justificada preocupación de quienes tratamos de ajustarnos a las normas 

Tan reciente como en la mañana de ayer, pude ver lo que, para la justificada preocupación de quienes tratamos de ajustarnos a las normas del manejo responsable, es demasiado frecuente en nuestras carreteras, avenidas y calles: vehículos de todas las clases y tamaños cuyos conductores ignoran olímpicamente los avisos que señalan límites a la velocidad a la cual se debe circular, las que ordenan hacer altos o marcan los carriles, ya sea para seguir recto o girar.

En este caso se trató en un vehículo tipo cupé o de las dimensiones de un sedán pequeño, que ha sufrido transformaciones para asemejarlo a un auto de carreras (de esos hay muchos) y que zigzagueaba y corría a una velocidad, como mínimo, el doble de la marcada en varios puntos de la Vía Israel. Esas prácticas, al igual que las regatas que también son frecuentes, constituyen una abierta burla a las señalizaciones en las que se gastan muchísimos miles de balboa.

Es una regla comprobada que el mejor estímulo para la comisión de delitos o de cualquier tipo de infracción es que los que los que las quebrantan estén convencidos de que pueden hacerlo impunemente. Y también es una regla comprobada que la mejor vía para para que se cumplan las leyes es la seguridad de que su violación serán sancionada.

En resumen, como todos hemos podido comprobar en mil y una ocasiones, en nuestras carreteras, avenidas y calles abundan las señales visibles que pretenden hacer realidad una circulación vehicular ordenada, fijando límites de velocidad o dando otras indicaciones que parecen estar de adorno.

En tales circunstancias, decidamos que hacer con ellas. Solo caben dos posibilidades: o las hacemos cumplir o simplemente dejamos de gastar dinero en avisos que se ignoran todos los días e impunemente.

ABOGADO