- lunes 23 de septiembre de 2024 - 12:00 AM
El valor de la puntualidad
La obligación de ser puntual se da por descontado desde el momento en que uno fija una hora para que se realice una reunión, un acto o la instalación de un determinado producto o servicio. Los panameños somos famosos por ser incumplidos e impuntuales. Hay quienes dicen que la impuntualidad es un signo de inseguridad, de no estar seguros de lo que somos o lo que vamos a diligenciar. En realidad, para mí, es un signo de irrespeto a las personas que vamos a ver, vamos a servir o vamos a atender.
La puntualidad es respeto, los actos deben empezar en la hora señalada, y también terminar en la hora señalada. En el campo diplomático se estila poner en la invitación de tal hora a tal hora, porque de lo contrario, la gente se queda hasta que se acabe lo que se sirve, y algunos se beben hasta el agua de los floreros, si se les deja.
Es muy conocida la frase “hora panameña”, que quiere decir, que los panameños siempre estamos tarde. El tráfico es nuestra mejor excusa ahora, pero la realidad es que muchas personas no se esfuerzan en estar a tiempo.
De proveedores de servicios ni hablar, cuando son los que más puntuales deben ser, porque el cliente generalmente tiene otras cosas que hacer, y no puede quedarse esperando todo el día por la instalación de determinado producto o servicio y de hacerlo, podría incumplir o llegar tarde a otros compromisos.
Cuando uno encuentra a un ebanista, instalador o contratista que sea puntual, debe valorarlo muy en alto porque lo más corriente es que éstos sean los más incumplidos, no solo en horas, sino en días. Yo les hago generalmente un contrato, en casos de provisión de servicios como de ebanistería, en que les pongo una cláusula que señala que, de retrasarse en la entrega, se les descontará un porcentaje. Y así he podido tener proveedores cumplidos que han aceptado la responsabilidad intrínseca que adquirieron cuando aceptaron el trabajo o la asignación.
Embajadora