El síndrome de hubris, llamado también enfermedad del ego, se evidencia por “una propensión narcisista a ver su mundo principalmente como un escenario donde ejercitar su poder y buscar la gloria”.
Nuestra sociedad que condena a los ciudadanos a delegar su poder en la papeleta electoral cada 5 años, sin ningún control efectivo sobre los elegidos, ha sido condenada hasta ahora, a tener “dirigentes” embusteros y embriagados de sus privilegios.
Dos libros, uno de David Owen y J. Davidson (2009) “Hubris syndrome : an acquires personality disorder? A study of US Presidents and UK Prime Ministers over the last 100 years”; y “In Sickness and in Power” (2008); profundizan este concepto.
Veamos del síndrome de “hubris”, basadas en los estudios de Owen:
1. Una predisposición para lanzar acciones que puedan dar al individuo una luz favorable, con el fin de embellecer su imagen.
2. Una preocupación desmedida por la imagen y la presentación.
3. Un modo mesiánico de comentar los asuntos corrientes y una tendencia a la exaltación.
4. Una identificación con la nación o una organización hasta el extremo que el individuo valora su punto de vista y sus intereses como idénticos.
5. Una tendencia a hablar de sí mismo en tercera persona o a usar la forma regia de « nosotros ».
6. Una excesiva confianza en su propio juicio y un desprecio por los consejos o las críticas de los demás.
7 . Un enfoque personal exagerado, tendente a la omnipotencia, de lo que son capaces de llevar a cabo.
8 Una creencia de que antes de rendir cuentas al conjunto de sus colegas o a la opinión pública, la Corte ante la cual deben responder es: la Historia o Dios. Y la idea inquebrantable de que aquella Corte les absolverá
9. Una pérdida de contacto con la realidad, a menudo vinculada a un aislamiento paulatino.
10. Agitación, imprudencia e impulsividad.
Nos toca a los ciudadanos ejercer el control para evitar el ejercicio irracional del poder.