• jueves 09 de octubre de 2025 - 12:00 AM

El cambio comienza en primera persona

El cambio no se puede abordar a la ligera sino como un proceso profundo de transición que nos lleva de un estado a otro. Este viaje exige un movimiento constante y la valentía de abandonar una zona de confort para avanzar hacia un nuevo destino, quizás incierto.

El cambio es una realidad ineludible, más que una opción personal. Lo observamos constantemente en el ciclo de la naturaleza y el inevitable paso del tiempo, y, de manera vertiginosa, en la imparable evolución tecnológica. Los cambios pueden ser resultado de nuestras decisiones conscientes —cuando buscamos mejorar nuestra realidad económica, nuestra salud o impulsar algún aspecto de nuestra vida— o impuestos por una crisis que llega con una pérdida de empleo o al final de una situación que era cómoda.

Si bien la crisis puede ser profundamente desafortunada, ofrece oportunidades de mejora y de crecimiento personal. En la dificultad, podemos descubrir herramientas internas y caminos que no habíamos notado.

Así como trae oportunidades, la transformación trae consigo desafíos que nos pueden sacar violentamente de nuestro estado de bienestar. Esta amenaza produce una fuerte resistencia al cambio, impulsada por el miedo. El temor paraliza, que es la mayor amenaza para cualquier avance real. La resistencia se aferra a la estabilidad a la que todos aspiramos, y que a veces debemos perder momentáneamente para generar avances significativos en nuestra vida.

El cambio genuino siempre comienza con una persona y su voluntad. Ella debe conquistar las barreras de su resistencia, aceptando la realidad, cultivando el valor para accionar y manteniendo una disciplina férrea durante el proceso.

No podemos predicar ni inspirar un cambio genuino en otros si primero no hemos vivido y superado con éxito nuestro propio proceso de transformación.