- viernes 02 de septiembre de 2016 - 12:00 AM
Dilma y Lula, el poder corrompe
Para pasar por el poder y no corromperse hay que tener acrisolados valores morales. Los detentadores del poder, aunque se vendan en campaña como seres honestos, llegados al poder claudican por sus valores no arraigados en su conciencia. Ya sean de derecha, los más, porque el objetivo de estos especimenes es el hacer fortuna para ‘gozar la vida', como los de izquierda, por un pragmatismo de que requieren recursos económicos para enfrentar a los agentes del capital, casi todos caen en corruptelas.
Caso del momento es el de Dilma Ruseff y Lula Da Silva. Salidos del Partido de los Trabajadores, con dialéctica de izquierda, cayeron en las redes de la ambición, personal o partidista. Ya cayó Dilma, juzgada por un cuerpo que cojea de la misma pata, con senadores corruptos en su mayoría, y viene la teja sobre Lula.
El más reciente ejemplo de excepción de la regla es José Mujica, hombre excepcional, que entró limpio y salió limpio. Hombre austero, coherente con su discurso de izquierda. Esto seguro tiene que ver con que había mejores condiciones en su entorno. Uruguay es una nación pequeña, con altos índices de educación, tanto es así, que su guerrilla revolucionaria de los años 70, liderada por intelectuales, no mataba, sino que secuestraba a figuras representativas de la dictadura y las juzgaban, penándolas en las ‘cárceles del pueblo' hasta que las liberaban, o las fuerzas represivas del Plan Cóndor ubicaban estos reductos.
Los llamados gobiernos y organizaciones de izquierda latinoamericanos se bajan sin estribo defendiendo a los gobiernos de Dilma y Lula, que se corrompieron por perpetuarse en el poder. No se puede defender a los que permitieron las corruptelas con Petrobras y las empresas Odebrechet y Gutiérrez. Ya los de izquierda, ya los de derecha se corrompen, por eso hay que impedir las reelecciones y que los períodos sean cortos.
En Panamá vaya que sabemos de corruptelas. En los tres Órganos del Estado y en los regímenes municipales, en el sector público y no se diga en el sector privado.
Hay que vacunarse contra el poder, para que no arrastre a los que lo ejercen a estos vicios. Eso se puede, pero requiere de mucha voluntad y compromiso de los más íntegros, aptos e ilustrados. Para mañana es tarde…
Exprecandidato presidencial
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El más reciente ejemplo de excepción de la regla es José Mujica, hombre excepcional, que entró limpio y salió limpio.