En esta época, cuando las brisas del verano panameño anuncian el fin del año, el ambiente se transforma y la celebración navideña se extiende por gran parte del mundo. Las luces, los adornos y las tradiciones comerciales, impulsadas por marcas como Hallmark, acompañan la conmemoración del nacimiento de Jesús en Belén de Judea, hace aproximadamente 2,030 años. Aunque en algunos países no cristianos la festividad no se celebra oficialmente, la influencia de la decoración y la figura de Santa Claus sigue presente en los espacios comerciales, incentivando el consumo.
El cierre del año invita a la reflexión sobre los logros alcanzados y las metas pendientes, mientras que la intensidad de las fiestas y celebraciones puede resultar abrumadora para muchos, especialmente para quienes atraviesan momentos difíciles, están solos o enfrentan situaciones complejas. Es el momento de pensar en lo que hemos conseguido durante estos 365 días, así como de enumerar lo que aún tenemos por hacer, en medio de la marabunta de fiestas, celebraciones y felicitaciones.
Recientemente, la Academia Panameña de la Lengua, próxima a cumplir un siglo de existencia, organizó —en el marco de su atractiva actividad de cine literario— la proyección de “El hombre que inventó la Navidad”, película estrenada en 2017 que narra las experiencias del escritor inglés Charles Dickens durante la creación de su célebre obra “Cuento de Navidad” en 1843. Esta historia nos invita a reflexionar sobre el verdadero significado de estas fiestas, que a menudo se ve eclipsado por el protagonismo del árbol, los regalos y el consumo.
Es fundamental recordar y celebrar a quien vino a traer esperanza al mundo, promoviendo las buenas acciones, el respeto y, sobre todo, la búsqueda de la paz, tan necesaria en la actualidad.
Es fundamental recordar y celebrar a quien vino a traer esperanza al mundo, promoviendo las buenas acciones, el respeto...
