• lunes 04 de agosto de 2025 - 12:00 AM

Cuando lo social y lo humano no pasa de moda

El presidente José Raúl Mulino quiere dejar como legado de su gobierno, la optimización del Estado Panameño, pretendiendo con ello, la eficiencia en el sector público.

Este sueño ambicioso es “el deber ser”, de todo gobierno, pero sabemos que no es posible cuando se llega a la silla presidencial con algo más que buenas voluntades, y buenos deseos, sino con votos.

Esos votos vienen acompañados de promesas de mejores días y de participación en la gestión de gobierno, lo cual no es criticable, por el contrario, es un derecho legítimo y un derecho humano del ciudadano.

Pero el cierre de tres dependencias cuya vida jurídica desaparecerá, entra en conflicto, aniquilando la posibilidad de formar parte del gobierno.

El Ministerio de la Mujer, el BDA y el BHN, son tres entidades cuya esencia es eminentemente social. Además, en el caso del Ministerio ha sido prácticamente una conquista generacional, cuando históricamente las mujeres debían pedir autorización a sus esposos para realizar actos de comercio.

Las mujeres han demostrado la valentía de asumir el rol de proveedoras de su familia cuando sus parejas las han abandonados y así han educado a su prole, para que sean funcional en sociedad.

Es por ello, que reducir o desaparecer el Ministerio de la Mujer, representa un retroceso y el desconocimiento a esa lucha de décadas, que se han cristalizados como conquistas y reconocimiento del Estado.

En el caso del Banco de Desarrollo Agropecuario, y del Banco Hipotecario Nacional, enfrentamos una realidad similar, y es que los clientes de ambas entidades tienen una condición atípica a la deseada por las demás entidades bancarias que ven en la banca, un negocio.

Los prestatarios, son clientes que se debaten en el día a día para poder generar ingresos y de esa manera informal pagar sus compromisos con retrasos, pero buscando tener lo suyo.

Igualmente, dichos cierres, ocasionara la desvinculación de muchos servidores públicos, que aún no tienen las cuotas para jubilarse y tienen compromisos.

La posibilidad de ser recontratados es casi nula, por el edadismo que pesa sobre ellos, y porque las empresas quieren contratar mano barata.

Estamos de acuerdo con la modernización del Estado, pero hay que buscar mecanismos que sean menos traumáticos para la sociedad, alejando el peligro que los pobres vean truncadas sus esperanzas.