- miércoles 25 de mayo de 2016 - 12:00 AM
Cuando la desesperanza llega
No quisiera estar ni por un minuto en el pellejo de los trabajadores de las empresas de la familia Waked, toda vez que la desesperación por la que deben estar atravesando ha de ser interminable, angustiosa, desesperante.
Ver cómo lo que ha sido la construcción de tu vida en materia laboral se viene abajo, cual caída de piezas de dominó, todo lo que hiciste en tu vida (que fue trabajar) verse perdido, como agua que sale de entre tus dedos por una mala pasada que te da el destino.
La famosa lista Clinton es lo que podríamos llamar un símil de lo que sería el sistema inquisitivo: primero te pongo preso y después te investigo; en vez de investigar primero y después detener, es un mecanismo inventado por los gringos con el cual quiebran empresas, destruyen hogares, eliminan la competencia de la que tanto se habla y después, si en la investigación no te prueban nada, de a vaina te piden disculpa; pero ya tu reputación se perdió, al igual que tu empresa y tu patrimonio.
En lo que a los trabajadores respecta están en un callejón sin muchas posibilidades de salidas exitosas, que les permitan garantizar sus puestos de trabajo o el pago de sus prestaciones laborales acumuladas por tantos años.
Y es aquí, cuando la impotencia llega, debido a que no contamos en la región y creo que en el mundo con un mecanismo ágil que permita resolver los nudos que tiene esa soga para garantizar el respeto a la presunción de inocencia al que toda persona natural o jurídica tiene derecho.
A los trabajadores de las empresas de la familia Waked, mi solidaridad de clase, ya que no hay ningún derecho para que sean tratados como si fuesen delincuentes, ver las cadenas humanas que realizan, lágrimas correr por sus mejillas, no hace otra cosa que poner al desnudo el sufrimiento humano cuando la impotencia reina.
*Ex secretario general CGTP