Cierres, discriminación y violencia de género  

Transcurrió otro 25 de noviembre y no puedo dejarlo pasar sin detenernos un momento a reflexionar sobre los escenarios de violencia de género que, tristemente, no son los menos.

Este año meditamos, recordamos y observamos en nuestro querido Panamá. Su población experimenta situaciones de vulnerabilidad y riesgo producto de una situación de incertidumbre que genera mucho estrés. Esta realidad puede ser un detonante para generar incidentes de violencia de género y todo tipo de violencia. El encierro que viven algunas poblaciones del interior de la república recuerda la realidad experimentada durante la pandemia, y se repiten los detonantes de violencia.

Imaginemos este escenario. Una mujer mayor de sesenta años, afrodescendiente u originaria, vivió maltrato en su niñez y adolescencia, y desde hace veinte años es víctima de violencia de género. Se somete a un examen psiquiátrico médico legal y el resultado es compatible con violencia por maltrato de vieja data. Vieja como su dolor acumulado por tantos años, que puede ser trasmitido en sus genes a futuras generaciones.

La discriminación por razón de sexo, color de piel u orientación sexual la vivimos en nuestro país y suele presentarse de forma solapada. La realidad de esta señora sin nombre, a la que conocí, representa una muestra hipotética de una víctima y se sitúa en una escala de doble o triple desigualdad.

Hace poco tuve la dicha de escuchar una interesante conversación mediante la virtualidad en la que mencionaron que el solo hecho de ser mujer es una causa de discriminación. Esta y otras formas discriminatorias están vigentes, porque las vemos y vivimos hoy en los hogares y se encuentran solapadas, la mayoría están escondidas.

Abogada, mediadora