• domingo 18 de julio de 2010 - 12:00 AM

¿Por qué Bocas del Toro?

No es lo mismo entender un problema que justificarlo. Y gobernar no es imponer. Al igual que la opinión pública panameña, miro con mucha...

No es lo mismo entender un problema que justificarlo. Y gobernar no es imponer. Al igual que la opinión pública panameña, miro con mucha preocupación los acontecimientos de la provincia de Bocas del Toro y la confrontación que ha implicado lo que primero fue una lista de peticiones y que luego derivó en una huelga. ¿Por qué Bocas del Toro?

La huelga ha sido un detonante, al amparo de la cual la población de esa provincia ha colocado sobre la mesa una acumulación de problemas, frutos del olvido y la inconformidad que representa, mirar cómo se desarrolla el país, y como esa provincia sigue siendo la misma zona que desde el siglo pasado viene reclamando atención.

Entender los problemas de vivienda, empleo, educación, salud, ambiente y de relaciones humanas implica recordar que Bocas del Toro es una provincia donde viven pobladores que algunos llaman grupos vulnerables de la sociedad, tratados en muchas ocasiones como ciudadanos de segunda clase: indígenas y afrodescendientes a los que en muy pocas ocasiones se les toma en serio.

Parto por decir, entonces, que la huelga sindical de la semana pasada, lo único que ha hecho ha sido exponer los problemas por los que Bocas del Toro se ha venido expresando constantemente. La forma despectiva cómo se trata a nuestra población indígena y el desconocimiento de la realidad del costo de vida que es el más caro en todo el país, impone un método distinto. En lugar de la confrontación, el diálogo, en lugar de la autoridad, el consenso que es otra forma de gobernar. La generación de bocatoreños de hoy; es la de una juventud que crece insatisfecha, sin que en ellos se reflejen los derechos ciudadanos que tenemos todos los panameños. Es esta generación que mira el arribo de proyectos hidroeléctricos en los que no se les contempla. Además de las afectaciones a su medio ambiente. Es esto lo que hay que entender para sentarse con los bocatoreños a la mesa, porque llegar a acuerdos implica deponer posiciones de violencia física y verbal. El país y sus autoridades, estamos en deuda con Bocas del Toro.

Pero como el ave Fénix el pueblo bocatoreño nos recuerda que la ternura enaltece lo que la soberbia humilla.

LA AUTORA ES EX CANDIDATA PRESIDENCIAL

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