• viernes 08 de enero de 2016 - 12:00 AM

El “Bill Gates panameño”

Cualquier cosa que produjera ganancia, se necesitara o no, era fuente de ingreso directo...

Cada escándalo de corrupción trajo consigo un repertorio de estrategias de defensa. Hoy día, las explicaciones y respuestas a los cuestionamientos a funcionarios de la pasada administración parecen más cuentos de política-ficción que otra cosa; sin embargo, las formulaciones del Ministerio Público, a través de sus fiscales también dejan mucho que desear.

Entre cantinfladas, ambas partes del proceso carecen de sentido común, por lo cual, todo se presta para que al final pasen pocas cosas, en términos de justicia. Desde el ‘Bill Gates panameño', pasando por el ‘Donald Trump criollo', incluso; dramas de pasión, al mejor estilo del ‘Amante Bandido Malherido', han sido elementos ventilados, de alguna forma, para justificar el pillaje.

Ahora todos son genios y habilidosos empresarios, lo cierto, es que la base del emprendimiento de las supuestas ‘mentes brillantes', se dio a través de las compras de bienes y servicios al Estado panameño, basado en el conflicto de interés, la coima y el abuso del poder político para el negociado.

Cualquier cosa que produjera ganancia, se necesitara o no, era fuente de ingreso directo. Esa idea de que nunca abandonarían las riendas del país, hizo de las supuestas ‘mentes brillantes', unos perfectos torpes, haciendo cantidades de chambonadas, que hoy los tiene a la sombra de la clandestinidad, como prófugos por temas que solo se pueden explicar desde el ámbito de la politiquería barata.

Entre tanto, el criterio histérico en las fiscalías empaña, con sospechosa torpeza, todas las acciones tendientes a deslindar responsabilidades por el abuso, robo y desgreño administrativo de las arcas del Estado durante la pasada administración.

La parsimonia con que se tratan estos temas judiciales y el pobre desempeño a la hora de armar los casos y de formular los cargos, dejan en tela de duda el proceder transparente y las verdaderas intenciones de los funcionarios llamados a investigar los casos de presunta corrupción. De seguir así la cosa, al final del camino, podría quedar solo el sabor amargo de la corrupción.

* Periodista

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