- domingo 18 de noviembre de 2012 - 12:00 AM
El batallón Tiradores
El gobierno de Colombia, avisado por sus agentes secretos, por las noticias en los diarios norteamericanos y los infidentes conservadores istmeños sobre la posible revolución para separarnos de ese país, había preparado su respuesta.
Una flotilla de barcos de guerra estaba fondeada en la bahía de Panamá: el Boyacá, el Bogotá, el Almirante Padilla y el Chucuito. Contaban con el batallón Colombia, al mando del general Esteban Huertas, y por si las moscas, el gobierno colombiano envió, sospechando lo peor, al batallón Tiradores, compuesto por 500 soldados curtidos en las guerras, que desembarcó el 3 de noviembre de 1903 en el muelle de Colón, dispuestos a reprimir cualquier intentona separatista.
Avisado el Dr. Manuel Amador Guerrero de la llegada de los 500 soldados a Colombia, lo informó, en la mañana del 3 de noviembre, a los demás conjurados, que se dieron por perdidos dejando solo a Amador y preparando la huida. Sus fortunas, sus negocios, sus familias y sus vidas estaban en juego.
La salvación de ese momento fue la mujer de Amador que, ante el desaliento, lo mandó a levantarse de la hamaca y evitar que los soldados colombianos llegaran a la ciudad. Amador, entonces, conspira con el superintendente del ferrocarril y los próceres colonenses, y evitan embarcar a los soldados, conviniendo que los generales Tovar y Amaya llegaran primero y luego la tropa sería trasladada.
Los conspiradores conocían esta amenaza, pero no calcularon que el batallón Tiradores llegaría antes de la proclamación. Los acontecimientos se van a derramar desde entonces entre el miedo, la cobardía, el culillo de unos y de otros y el coraje de unos pocos. Amador y Huertas van a decidir la suerte el 3 de noviembre, encarcelando a los generales Tovar y Amaya, y luego será el pueblo liberal y santanero que sellará con su presencia y su coraje la separación del Istmo de Panamá, al armarse en los depósitos que les entrega el general Huertas.
Bunau Varilla cumplió con su parte, sus gestiones dieron su fruto y los intereses norteamericanos se movieron rápidamente.
El batallón Tiradores amenazaba con bombardear la ciudad de Colón si no eran liberados los generales. La presencia del barco de guerra Newsville regresó la esperanza a los conjurados y ese mismo 3 de noviembre, a las 5 de la tarde, con el pueblo en armas, se anuncia el nacimiento de la nueva República. Los conspiradores se mueven por todos los cabildos interioranos buscando apoyo.
Las tropas colombianas, luego de negociaciones, aceptan embarcarse y regresar a Colombia, ese 5 de noviembre, los colonenses llenan el espacio con sus gritos a la libertad, a la república y las vivas a los gringos que han desembarcado en apoyo a la revolución fraguada.
Continuará…
*FUE EMBAJADOR DE PANAMÁ EN BRASIL Y NICARAGUA.