• miércoles 12 de febrero de 2025 - 9:25 AM

Aura Emérita Guerra es el símbolo de la entrega y superación

Con más de 90 años se fue de este mundo en mayo del año pasado. Fue una persona extraordinaria quien a su paso dejó huellas eternas para quienes nos encontramos en este valle donde abundan las alegrías, dolores y lágrimas. Ella se fue en busca de esa morada celestial a la cual todos tenemos derecho si seguimos los pasos de quien se sacrificó por nosotros, el Hijo de Dios. A esta dama que inspiraba a propios y extraños me tocó tratarla en varias ocasiones. Siempre con una sonrisa a flor de piel y con ese saludo que demostraban afecto y sinceridad. Una dama menuda, pero con un conocimiento profundo el cual estaba dispuesta a compartir. Así lo hizo con sus alumnos, colegas, amigos y conocidos. La doctora Aura Emérita Guerra de Villalaz era dueña de una hoja de vida extraordinaria. Tan es así que, si un maestro de ceremonia leía todos los estudios, reconocimientos, libros, artículos y ensayos, de seguro la mitad del tiempo se iría en ese desgrane.

Hija meritoria de la provincia chiricana. Estudió en la Normal de Santiago donde obtuvo el título de Maestra de enseñanza primaria. Eso ocurrió a principios de la década del 50. Fue la más destacada de esa graduación por lo que se hizo merecedora a una beca universitaria. Viajó a la capital para ingresar a la Universidad de Panamá donde se graduó con honores como licenciada en Derecho y Ciencias Políticas. Obtuvo un doctorado en Derecho en la Universidad Autónoma de México. Su recorrido académico fue incansable. Dejó un legado de decenas de libros los cuales guardan relación con el ejercicio de la abogacía. Destacamos solo algunos: Los derechos de la mujer; El delito del aborto provocado; Tratado de derecho penal panameño; La mujer y la lucha por sus derechos y Jurisprudencia penal. Perteneció a varios gremios relacionados con el derecho en especial el colegio de Abogados. Fue objeto de múltiples reconocimientos y condecoraciones. Ofreció servicios ad-honorem en algunas organizaciones que velaban por la defensa de los detenidos. En fin, esta dama respetable se merece los aplausos de pie de quienes la tratamos, le dimos la mano... la conocimos. Ella es ese oxígeno que nos permite vivir; ese abono que necesitan las plantas para crecer; es esa voz de aliento que siempre le escuchamos de sus labios cuando todos luchamos por la recuperación de la justicia, democracia y libertad. Estas palabras quise escribirlas cuando estaba viva para que las leyera y entendiera que su vida no pasó desapercibida. Espero que en esa oración de recordatorio sus hijos Rolando y Grettel Villalaz Guerra se las transmitan. Siempre serás grande Aura Emérita. Gozamos de una mente clara para pedirle, a cada rato, que nos lleve a esos momentos donde te veíamos en lo que amabas con devoción, defender y enseñar sobre las causas nobles. Abrazos y que Dios nos bendiga.

Docente universitario