- viernes 03 de julio de 2020 - 12:00 AM
Arreglitos y mal humor
Tengo unas 4 semanas tratando de convertir un espacio abandonado al lado de mi comedor en una salita familiar. De hecho, hace unos 15 años lo era y no recuerdo en que momento empecé a meter cajas, muebles viejos, maletas, lámparas que necesitan reparación hasta el punto en que se convirtió en un espacio lleno de cosas viejas y mucho polvo. Si no es por un accidente en mi edificio que me obligó a sacar todo lo que escondía en ese espacio aun estaría así.
Como lo estoy haciendo yo misma voy muy lento y debo conformarme con los resultados, algunos sorprendentemente buenos y otros, apenas pasables. Es sabido que cuando uno empieza a arreglar algo salen más daños o cosas que necesitan arreglarse para poder continuar, esto me ha llevado en corredera a los almacenes de materiales de construcción donde nunca encuentro lo que vi en los tutoriales de YouTube. He sido hasta ‘gypsera', pasteé unas paredes que me quedaron espectaculares pero mi techo quedó bastante regular, aunque mucho mejor de cómo estaba y me ahorré como $250. Reconozco que una amiga decoradora vino en mi ayuda, lo selló y pintó. Sinceramente ya no podía. Ella, experta decoradora, ¡hizo todo eso y más en 1 hora!
Ya sea remodelar, decorar u ordenar libros nunca sale como uno lo planea. Siempre hay gastos o arreglos extras que son necesarios. Hacerlo uno mismo cansa, frustra y a mí en lo personal me da mal humor. No veo cuando acabar y poder disfrutar de ese espacio donde ahora estoy escribiendo rodeada de brochas, aguarrás, escalera, pinturas y cajas con donaciones que no sé dónde entregar.
EDITORA