• jueves 06 de junio de 2024 - 12:00 AM

Al oído del presidente electo José Raúl Mulino

Reza un viejo adagio que: “Es a quien le duele la muela que va al dentista”. Nadie mejor que los pacientes de cáncer; los que utilizamos el Instituto Oncológico Nacional (ION), tenemos el mejor conocimiento de dónde queremos ese hospital.

Somos nosotros, quienes tenemos la necesidad de ser atendidos los que debemos ser consultados. Especialmente aquellos enfermos que no tienen vehículo. Son ellos los que conocen el costo del taxi, producto de la distancia.

Actualmente un taxi desde Chorrillo hasta el Hospital de la Salud, cobra entre 12 y 20 balboas. Si se traslada desde San Miguelito entre 20 a 30 balboas, solo en una vía o ruta, situación que golpea y destruye el bolsillo del paciente o pariente.

Además la falta de un buen presupuesto para insumos y personal, nos limita ir exactamente a la hora de la cita, razón por la cual generalmente hay que estar desde la madrugada para lograr atención temprana y salir por lo menos antes de que oscurezca nuevamente.

Esta es la razón principal por la cual hemos hecho diferentes artículos, inclusive hasta de la historia de esas edificaciones qué albergaba al Hospital Ancón, inaugurado en 1882, por los franceses.

Es nuestro pensar, al igual que muchos de los pacientes consultados, que el Hospital Oncológico sea construido en los terrenos que alberga en este momento la Cárcel de Mujeres (Ave. Domingo Díaz).

Ese terreno es tan grande que prácticamente colinda con el Hospital Psiquiátrico Nacional. Ese lugar es mucho más accesible y céntrico que aquel donde pretenden construirlo.

Su construcción en Ave. Domingo Díaz implica que podríamos llegar en bus, metro bus, tren o taxi, a menor costo, sin mayor problema.

Si el Presidente electo José Raúl Mulino, realmente está pensando en el Hospital Oncológico como una necesidad para beneficiar al paciente, entonces debe mirar, preguntar, analizar y evaluar esta alternativa. No permitir que filibusteros se aprovechen, como en tantos otros gobiernos lo han hecho, de los beneficios que permite la construcción, sin buen provecho. Dios te salve, Panamá.

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