La situación en Panamá es crítica, terrible, por decir lo menos. De que los muertos voten en las elecciones generales, ha sido una tónica de vieja data, como el “chirrico”.
Ahora, con el gobierno Cortizo/Carrizo, los muertos también cobran sus quincenas de salario. De seguro las investigaciones se llevarán a familiares de los más tontos. Esos que no son ni tienen parientes encumbrados. El resto de los expedientes se archivarán por falta de pruebas u otras falencias infundadas, finalmente el muerto ya no existe físicamente, aun cuando el que recogió y se embolsó la plata es un político rastrero, actualmente vivito y coleando.
Definitivamente, la justicia es contra el hijo de Juana, la cocinera o trabajadora doméstica. Los corruptos siempre estarán protegidos por otros corruptos, desde esferas gubernamentales. Los corruptos, en Panamá, son seres omnipotentes e jurídicamente inalcanzables.
Quien roba al Estado roba a la población y la sumerge en hambre, enfermedades y mayor pobreza, en consecuencia, cualquier persona que muera a consecuencia de esos atracos al erario debe ser considerada como asesina. Debe ser investigada, enjuiciada y encarcelada más allá del robo, también por crimen.
Prueba fehaciente es el organismo, conocido en Panamá, como la cueva de ladrones (dicho por expresidentes durante sus mandatos), donde se dice que, de 22 miembros, 9 personas (el 41%) están refugiados para que las leyes panameñas no les alcancen. Algo así como prófugos con licencia para delinquir, ¿o no?
Si el presidente José Raúl Mulino quiere salir por la puerta ancha tiene que ordenar que se investigue, hasta las últimas consecuencias, la razón por la cual la Caja de Seguro Social nos la quieren vender como en bancarrota.
Porque los trabajadores deben pagar el parto del robo, despilfarro y malos manejos de gobiernos inoperantes y corruptos.
Enjuiciar, condenar y recoger lo robado hasta la cuarta generación de quien delinquió para enriquecer su familia.
Tengamos presente que “cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto”. George C. Lichtenberg. Dios te salve, Panamá.
La verdad os hará libres y el silencio, cómplice.