- martes 02 de julio de 2019 - 12:00 AM
A la deriva
El nombre me sonaba, sin lograr asociarlo con el cuento de Horacio Quiroga, pero la vida es un dar vueltas hasta que en una, coinciden las señales y se esclarecen sus significados. El documental ‘A la deriva', del cineasta panameño Miguel González, no solamente nos guía por el tortuoso camino de cientos de panameños envenenados por el Estado, sino que lo hace de manera metafórica, como ese viaje de Paulino por el Paraná, sufriendo los síntomas causados por la mordedura de una víbora en medio de su faena.
González nos presenta a sus múltiples protagonistas, encarnados en tres mujeres que se van narrando a sí mismas, para luego encararnos con el hecho que da vuelta a todo, y a partir del cual, ya no serán las mismas. Han bebido el veneno en un frasco de jarabe para la tos y se queman por dentro. Es un veneno que que viaja por sus cuerpos, como el de la historia de Quiroga, que les va modificando el sistema, desde la dificultad para caminar, hasta el gusto de los alimentos. Hay - incluso - un episodio contado, en el cual un ser anónimo va en un autobús bebiendo su jarabe directamente del frasco, cuando escucha en la radio sobre la emergencia nacional. Te da escalofríos imaginar el momento.
Alves no responde al llamado de auxilio. Nunca se sabe si lo ignora abiertamente o si no lo escucha, no está o no lo comprende. Es así con los tres gobiernos que han tenido en sus manos ayudar a las víctimas del Dietilenglicol; no se sabe si no escuchan, les ignoran o no comprenden la gravedad del asunto. El caso es que - como Paulino - las víctimas van dejándose llevar por el Paraná (anotemos el sonido del nombre) con la esperanza de ser auxiliados y empiezan a aparecer los recuerdos de lo que fueron sus vidas, los detalles que aparentemente distraen del dolor, mientras sus cuerpos van perdiendo fuerzas. Muchas de las víctimas panameñas ya cesaron de respirar, como el protagonista de Quiroga, sólo y con la canoa a la deriva, ‘girando a ratos sobre sí misma'.