Mesopelágios domina las profundidades

Con un stock estimado hasta ahora en 1,000 millones de toneladas, los peces mesopelágicos dominan la biomasa total de peces en el océano.
  • domingo 23 de febrero de 2014 - 12:00 AM

Con un stock estimado hasta ahora en 1,000 millones de toneladas, los peces mesopelágicos dominan la biomasa total de peces en el océano.

Sin embargo, un equipo de investigadores con participación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha descubierto que su abundancia podría ser al menos 10 veces superior.

Los resultados, publicados en la revista Nature Communications, se basan en observaciones acústicas llevadas a cabo durante la circunnavegación de la expedición Malaspina.

Los peces mesopelágicos, como los peces linterna (Myctophidae) y los ciclotónidos (Gonostomatidae), viven en la zona de penumbra del océano, entre los 200 y los 1,000 metros de profundidad.

Son los vertebrados más numerosos de la biosfera, pero también los grandes desconocidos del océano abierto, ya que existen lagunas en el conocimiento de su biología, ecología, adaptación y biomasa global.

Durante las 32,000 millas náuticas que recorrieron durante la circunnavegación, los científicos de Malaspina, un proyecto liderado por el investigador del CSIC Carlos Duarte, tomaron medidas entre los 40° de latitud Norte y los 40° de latitud Sur, desde los 200 a los 1,000 metros de profundidad, durante el día.

‘Malaspina nos ha ofrecido una oportunidad única para evaluar el stock de peces mesopelágicos en el océano. Hasta ahora disponíamos sólo de los datos aportados por la pesca de arrastre. Recientemente se ha descubierto que estos peces son capaces de detectar las redes y huir, lo que convierte a la pesca de arrastre en una herramienta sesgada a la hora de contabilizar su biomasa’, explica Duarte en la nota de prensa del CSIC.

Los peces mesopelágicos suben de noche a las capas altas del océano para alimentarse, mientras que de día vuelven a bajar para evitar ser detectados por sus predadores. Este comportamiento acelera el transporte de materia orgánica hacia el interior del océano, el motor de la bomba biológica que retira CO2 de la atmósfera.