- domingo 25 de mayo de 2014 - 12:00 AM
ESTUDIO
Para descubrir uno de los grandes misterios de la vida de estos reptiles, científicos de Estados Unidos (EE. UU.) persiguieron a 17 ejemplares que al nacer emprendieron un viaje transatlántico desde la Florida, en la región Sur de los EE. UU.
Hay un período en la vida de las tortugas marinas que por años ha sido un misterio indescifrable para los biólogos, pero sobre el que ahora existen más respuestas.
Poco se sabía acerca de lo que ocurre después de que las tortugas nacen y se sumergen por primera vez en el mar.
Es como si desaparecieran y volvieran a dejarse ver un año después, siendo ya individuos juveniles.
Este lapso, bautizado por los científicos como el ‘año perdido’, sirvió de excusa para que el Grupo de Investigaciones sobre Tortugas Marinas de la Universidad de Florida (EE. UU.) trabajara en la implantación de sensores y el monitoreo de tortugas bobas (Caretta caretta).
Kate Mansfield, bióloga marina de la Universidad Central de Florida, fue quien decidió experimentar instalando en las tortugas pequeñas etiquetas con paneles solares que hasta ahora sólo se habían utilizado en el rastreo de aves.
Logros
Por primera vez se pudo hacer un seguimiento satelital de los recorridos que realizaron durante siete meses por el Atlántico. Pasado ese tiempo se desprendió el último sensor de los animales.
Con la información obtenida se concluyó que durante ese año las tortugas oceánicas rara vez viajan en aguas de la plataforma continental, es decir, durante ese primer año se mantienen muy lejos de las costas.
Los científicos vieron durante el recorrido de esta especie cómo estos reptiles se movían hacia las corrientes asociadas al Atlántico Norte, penetrando diferentes bahías y estuarios. También encontraron que, aparentemente, se formaban congregaciones en ciertos lugares donde había alimento y temperaturas templadas.