El Teatro Anayansi fue testigo de un evento sin precedentes: la presentación de la obra “Mala Racha”, interpretada por 36 privadas de libertad del Centro Femenino de Rehabilitación ‘Cecilia Orillac de Chiari’ (Cefere). Este proyecto cultural no solo representó un desafío actoral, sino que también se convirtió en un símbolo de esperanza y reinserción social.

El público, compuesto por autoridades gubernamentales, familiares, abogados y organizaciones sin fines de lucro, ovacionó a las actrices que interpretaron personajes de su propia realidad: custodias, directora del centro, personal administrativo y vivencias diarias dentro del Cefere.

Arte y rehabilitación: una apuesta cultural

El montaje de “Mala Racha” fue impulsado por la Primera Dama de la República, Maricel Cohen de Mulino, junto a las ministras Dinoska Montalvo (Gobierno) y Maruja Herrera (MiCultura), con el respaldo del Patronato del Teatro Nacional. Durante tres meses, las internas participaron en ensayos y talleres de actuación, con el objetivo de transmitir su mensaje de superación.

Una segunda oportunidad a través del teatro

La ministra Montalvo enfatizó que la obra demuestra el deseo de estas mujeres por rehacer sus vidas y reintegrarse a la sociedad. “No es fácil pararse en un escenario, y menos en su condición, pero el arte les ha dado una voz y una oportunidad”, expresó.

Por su parte, la ministra Herrera destacó la preparación y compromiso de las participantes: “El arte no se improvisa, se estudia, se trabaja y transforma vidas. Este montaje es un claro ejemplo de que la cultura une y enriquece”.

Transformando el sistema penitenciario

El director general del Sistema Penitenciario, Jorge Torregroza, subrayó que este tipo de programas forman parte de una estrategia integral de resocialización, liderada por la ministra Montalvo.

“Llevar esta obra fuera del Cefere es una muestra del cambio que estamos implementando en el sistema penitenciario, ofreciendo oportunidades reales de rehabilitación”, concluyó.

“Mala Racha” ha demostrado que el arte es una herramienta poderosa para la reintegración social, derribando muros físicos y emocionales, y enviando un mensaje claro: todas merecen una segunda oportunidad.