Mayo y las empolleradas que no envejecen
- miércoles 20 de mayo de 2020 - 12:00 AM
Una amiga me contó que don Mayo estaba muy enfermo. Fue a principios de septiembre de 2019. Le marqué a la colega Rosalina y acordamos visitarlo el 22, era domingo.
Una mañana soleada, con pocos transeúntes en la Tumba Muerto. Nos deteníamos cada cierta distancia a preguntar por la casa de los hijos de Chino Hassán.
Después de andar y desandar algunas calles, tocamos el timbre. Rosalina se presentó a la muchacha que abrió la puerta. Desde alguna parte de la casa escuchamos la voz de la profesora Marianela, la hermana de don Mayo. Estaba recién salida de una compleja cirugía.
Rosalina y Marianela hablaron de cocina y de periodismo. Una le decía a la otra que era la mejor en cada ramo. Luego subimos al primer piso, donde estaba la recámara del pintor, a quien había conocido en 2008, cuando me atendió un día completo para una crónica sobre cómo era un día de un artista plástico. Don Mayo estaba padeciendo de cáncer. Reconoció a Rosalina al primer momento, pero a mí me pregunto quién era. A pesar del dolor del brazo, hinchado, su rostro se le suavizó al volver a ver a su amiga.
La muchacha que lo cuidaba nos contó que estaba muy repuesto, que los exámenes estaban saliendo bien, que lo peor ya había pasado.
Don Mayo nos habló de todos sus hermanos y de sus sobrinos y de sus pinturas que tenía a medio terminar. Por los dolores del brazo había tomando una pausa con los pinceles, pero esperaba retomar aquellas mujeres de cuello largo y vestidas con nuestro traje nacional y con los ojos cerrados.
Para que no vean el mundo citadino, para que se queden con la visión del campo, me había expresando en conversaciones telefónicas anteriores.
Cerca del mediodía, el teléfono de don Mayo comenzó a retorcerse a cada rato. A cada uno le daba las gracias por acordarse de su cumpleaños. Cumplía 82 años, nos dijo, y estaba muy feliz de celebrarlo porque parientes de él más jóvenes estaban sufriendo más que él.
Nos despedimos cuando don Mayo le tocaba descansar. Lo ayudamos a acostar en su cama y nos despedimos prometiéndole volver a visitarlo. Falleció este martes.