[Cuento] La princesa Danna, el zorro mentiroso y el Capitán Chinchorro
- domingo 23 de noviembre de 2025 - 12:00 AM
En un reino muy lejano, donde el sol jamás brillaba, vivía la reina Danna Valeria. Su sonrisa, tan encantadora, era capaz de hacer brotar destellos de luz que iluminaban todo su reino.
En medio de la oscuridad, su padre le contaba un chiste. Ella reía, y entonces la luz aparecía como por arte de magia. No había rincón que quedara sin alumbrar: los campos, los ríos, las colinas y las montañas se llenaban de vida con el resplandor de su sonrisa.
En su reino crecían frondosos árboles de manzanas, uvas y peras. Las flores del campo atraían a colonias de abejas que producían la miel más rica de todos los reinos.
En una ocasión, un zorro astuto se acercó a ella y la persuadió de que le entregara unos rayos de luz. Prometió llevarlos a un pueblo recóndito, donde la luz jamás había tocado el horizonte.
La princesa, conmovida por aquel relato, accedió a la petición, pero el zorro, movido por la codicia, tomó los rayos de luz y los guardó en un saco. Luego huyó hacia un castillo embrujado, donde gobernaba una poderosa bruja.
La oscuridad envolvió el reino; la princesa cayó en una profunda tristeza. Su hermosa sonrisa, aquella que iluminaba a todos, se había desvanecido.
Desesperado, el rey circuló un edicto anunciando que la persona que hiciera reír a su hija se ganaría 100 pesetas de oro. Llegaron las mejores cuentas chistes, pero ninguno la hizo reír.
Los días en el reino fueron terribles; los árboles de manzanas, uvas y peras empezaron a morir. Las frutas yacían en el suelo marchitadas.
Las abejas ya no producían miel. El reino era un caos. El rey desesperado preguntó si conocían algún superhéroe. La voz se corrió por todos los reinos y de tierras lejanas llegó el Capitán Chinchorro y sus fieles amigos el Gato Sancho y el Perro Colocho.
Luego de pensar, pensar y pensar, el Capitán Chinchorro tuvo una gran idea. Les dio a tomar a Sancho y Colocho unas minipíldoras que los hicieron pequeñitos al instante. Pero el miedo y el temor los invadió; el rey, para persuadirlos, les prometió un festín con los mejores bocadillos si lograban liberar los rayos de luz.
Pensando en todo lo que podían comer, corrieron al castillo embrujado, entraron sin ser vistos, pero no pudieron desatar el nudo que amarraba el saco que guardaba los rayos de luz. Cuando estaban por darse por vencidos, conocieron un ratoncito que estaba cautivo por la bruja en una jaula.
Tras ser liberado, el ratoncito mordió la soga con sus fuertes dientes hasta romperla. Al instante, los rayos rompieron la ventana del castillo y volaron con la fuerza de un cometa, mientras alumbraba todo lo que estaba a su paso.
Los rayos rodearon el castillo del rey, luego entraron a la habitación de la princesa Danna. En ese instante su hermosa risa regresó y sonrió tanto que los rayos subieron al cielo y se volvieron una bola de fuego.
Desde ese día el sol sale todas las mañanas. El rey cumplió con su palabra y preparó un gran festín con los mejores platillos para el ratoncito, el gato Sancho y el perro Colocho.
A la bruja se le cayeron todos los dientes y al zorro todo su pelaje; avergonzados, no salieron nunca más del castillo.
Así, la felicidad reinó una vez más en el reino, mientras el Capitán Chinchorro y sus amigos regresaron con las 100 pesetas de oro a su guarida, a la espera de vivir una próxima aventura.