Apenas tenía un mes de haberse ordenado sacerdote cuando la vida le metió el primer golpe. Juan Manuel Arias, conocido por ser el cura más joven, con solo 27 años, sintió que se le derrumbaba el mundo cuando su sobrina recién nacida falleció en sus brazos.

Juan Manuel había sido noticia en diciembre de 2024 por su juventud, su vocación desde niño y su asignación a la parroquia Santo Cristo de Esquipulas, . Todo parecía alegría, hasta que en enero de este año, su hermana mayor recibió una noticia devastadora: su bebé, María Pía, tenía una condición genética incompatible con la vida. Aun así, decidieron continuar el embarazo con fe.

El 3 de enero nació la pequeña, y vivió apenas 11 minutos. En ese breve lapso, Juan Manuel pudo tomarla en brazos, darle la bienvenida y bendecirla... pero también verla partir. El joven sacerdote confesó que en ese momento se resintió con Dios.

“Yo estaba en misa orando y le decía a Dios: ‘¿Por qué? ¡Haz algo!’, y no pasaba nada. Me enojé”, reveló a los medios de comunicación. Ese día lloró, gritó en silencio y hasta pensó que no podría pararse frente al altar.“Fue una de las primeras veces que me tocó sentir que la fe no evita el dolor, pero ayuda a cargarlo”, confesó.

Pasaron las horas, y lejos de debilitarlo, la tragedia se convirtió en un punto de inflexión. El padre Juan Manuel dice que su fe se volvió más real, más encarnada. No esa que se predica desde el púlpito, sino la que se abraza entre lágrimas. Usó el ejemplo bíblico de Lázaro y las lágrimas de Jesús para encontrar sentido en medio del dolor.

Hoy, sigue firme en su vocación. Cada misa, cada encuentro con su comunidad, lo conecta con su misión. Pero no olvida a su sobrina. La menciona como su “primera gran maestra en la fe”.

“Me tocó comenzar mi vida sacerdotal con el corazón partido. Pero ahí fue donde entendí que un sacerdote no es quien lo sabe todo, sino el que está dispuesto a acompañar, incluso cuando todo duele”.

Alma jovenJuan Manuel no solo representa una nueva generación de sacerdotes costarricenses; es también un rostro humano de la Iglesia en tiempos donde se exige cercanía y autenticidad. Su historia ha conmovido a muchos en Costa Rica y fuera del país. Y para quienes aún dudan de la vocación en la juventud, ahí está su testimonio: el más joven, sí... pero también uno de los más probados.