- miércoles 04 de junio de 2025 - 12:00 AM
La historia musical de Paul Brandao no comenzó en un estudio ni en una tarima, sino en la sala de la casa de su abuelo en Las Tablas. “Papi Brandao” le metió el gusanillo del acordeón en la infancia, y desde entonces no hay quien se lo saque del alma.
“Yo vivía en la ciudad y él en el interior, así que no podía aprender directamente de él. Pero a los 11 años les pedí a mis papás un acordeón y me lo compraron. Ahí arrancó todo”, cuenta Paul.
Hoy, mientras cursa estudios universitarios en la Universidad Tecnológica, lidera un grupo de músicos jóvenes que se están ganando su espacio en la música típica panameña. Lo acompaña un equipo afinado: Alejandro Frías y Julissa Iturralde en las voces; Jairo Cedeño y Miguel Ángel Hernández en la percusión; Gabriel Vergara y Efraín Ramos en las cuerdas; e Isaac Montezuma en la locución. “Hemos armado una familia musical con talento, energía y ganas de sonar distinto”, dice.
En tarima, la fórmula es clara: ensayos duros, repertorio bien pensado y mucha conexión con el público. “Ese día me aseguro de descansar bien y estar hidratado. Uno tiene que subir con todo”, afirma.
Aunque la competencia entre músicos jóvenes es fuerte, Paul ve eso como un reto, no como una barrera. “Hay mucho talento nuevo. Nosotros tratamos de destacar con alegría y buena música”.
Entre clases, ensayos y tarimas, Paul Brandao sigue afinando su propio camino. “Es cuestión de disciplina. La pasión por lo que hacemos lo equilibra todo”, dice. Porque cuando hay acordeón y ganas, el resto suena solo.
