- martes 26 de noviembre de 2019 - 12:00 AM
¿Quién no ha pensado en la suerte de Rip Van Winkle, personaje simplón y a la vez mítico, que – agobiado por los reproches de su esposa y el aburrimiento de la colonia holandesa asentada en el ‘nuevo mundo' – se fue a las montañas de Kaatskill a relajarse un rato para despertar veinte años más tarde, cuando la situación política había cambiado y su esposa había muerto?
Este cuento inicia sugiriendo que fue encontrado entre los manuscritos de Diedrich Knickerbocker, un famoso personaje de historias de Washington Irving. Se publicó por primera vez en una colección de cuentos bajo el seudónimo de Geofrey Crayon. Lleno de explicaciones, referencias y aclaraciones que trabajan para convencernos de la veracidad de la historia, más que como un cuento, está narrado como una leyenda, que dedica el 80% de la narración a la construcción del protagonista.
Lo que lo hace diferente no es que un buen hombre se durmiera por tanto tiempo, tema que ya había sido planteado por otros escritores, sino la conveniencia de este sueño prolongado que sirve de elipsis al gran cambio que representaba la Independencia de Estados Unidos. Así, el pobre viejo aparece haciendo un saludo al Rey, por lo que es acusado de ‘conservador', debiendo aclarar que se encontraba confundido por las circunstancias de su largo sueño.
Entre las cosas más preciadas del cuento están las descripciones de Kaatskill, esas montañas que logran juegos de luces al reflejar atardeceres y amaneceres en su singular geología, y el humor con el que se burla de todo, incluso del cuento, diciendo que ‘no vale un ápice más de lo que pudiera'.
En todo caso, Irving logró posicionar a Rip van Winkle como un clásico de la literatura norteamericana en cuento corto, planteando con él muchos temas que se resuelven con el largo sueño del viejillo de las barbas.Más de uno querría dormir unos años a ver si al despertar hemos cambiado, no sólo la pobre situación política, sino esta monarquía de trasnacionales que gobierna al mundo. El problema es que nunca se sabe lo que el cambio traerá.