[Cuento] Yacuto, el niño caribú que liberó al señor Sol

Junto a los animales que tenían fuertes mordeduras, ideó un plan para salvar a su pueblo de la tristeza y desolación
  • viernes 30 de agosto de 2024 - 12:00 AM

En los confines de la Tierra, muy cerca de donde el mundo tiene sus fronteras, está el pueblo de los caribú. Un lugar mágico donde las estrellas desfilan por el cielo infinito, y donde las ballenas vuelan entre las montañas verdes, que se levantan en forma de muro protector.

En este pueblo de pocos habitantes vive Yacuto, un niño que viste abrigos blancos y calza botas de color marrón. Siempre lleva amarrado a la cintura un cordón azul que se alumbra cuando cae la noche.

A Yacuto siempre lo acompaña Raciel, un zorro sabio que le ha enseñado todo lo que sabe y que lo ha preparado para ser un gran mago. Yacuto es el único habitante que puede hablar con los animales del bosque. Gracias a esa destreza hoy existe el día en el pueblo de los caribú.

Hubo un tiempo en que solo reinaba la noche. El frío era interminable. Las flores estaban marchitas, las semillas no germinaban, los caminos estaban desolados y la oscuridad reinaba sobre todo el pueblo.

El bosque yacía congelado en el tiempo. Los ríos y arroyuelos estaban atrapados por grandes capas de hielo. Todo lo sucedido era culpa de un terrible hechizo que había lanzado un brujo malvado llamado Acator que había convertido al pueblo de los caribú en un lugar triste y desolado.

Su intención era apoderarse de la aldea y convertirlos a todos en estatua de hielo. Yacuto, con la ayuda de su sabio amigo, descubrió que Acator había amarrado al Sol con una gruesa soga que nadie podía cortar.

Acator ató el Ssol detrás de las montañas para que nunca pudiera salir. Aunque muchos guerreros intentaron desatar la enorme cuerda, no pudieron lograrlo.

Entonces Yacuto junto con Raciel idearon un maravilloso plan. Ingresaron al bosque y reunieron a todos los animales que tenían fuertes mordeduras: hormigas, ratones, conejos, liebres, ardillas, topos, castores, osos y tigres.

Por varios días y sin parar, los animales se turnaron para morder y deshacerse de la gran soga hechizada. Cada especie trabajó sin parar. El cordón azul de Yacuto iluminaba las largas noches.

Yacuto para mantener a sus amigos con fuerza, los alimentaba de uvas y manzanas mágicas que tenía guardadas en un gran morral.

Luego de morder, morder y morder, la gran soga se rompió. Entonces el sol se levantó imponente y derritió el hielo que tenía atrapado a los bosques, ríos, mares y las cosechas.

Acator, al enterarse de lo que había sucedido, voló a las montañas para amarrar al Sol nuevamente, pero este lo enfrentó con sus poderosos rayos y lo lanzó al fondo del mar, donde yace atado con grandes cadenas.

En las noches se puede escuchar en el mar los gritos de Acator prometiendo volver a la tierra para vengarse. Para evitar su regreso los peces, los peces lo vigilan día y noche.

En el pueblo de los caribú los animales de grandes mordeduras son sagrados y venerados. Se les conoce como los Guerreros del Sol. Con el pasar del tiempo, Yacuto creció y se convirtió en el rey de su pueblo. Un pueblo que yace escondido entre grandes montañas.

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