El árbol de mi abuela
- sábado 07 de octubre de 2023 - 12:00 AM
Finaliza la temporada escolar y Jaime, quien solo tiene 12 años; espera ese momento para viajar a casa de su abuela ‘Tina', quien lo espera año tras año para preparar la sopa que tanto le gusta a su nieto. Un caldo que era irresistible.
Las cosechas del campo son atesoradas para los encuentros familiares, pero sobre todo guardadas para cuando llegara ‘Jaimito' en los veranos.
El pequeño desde que comienza el año cuelga un calendario al lado de su cama para ver lo rápido que transcurre el tiempo y lo pronto que retornará a casa de su amada Tina.
El niño, al ver que los días de su calendario se están acabando, pregunta a su mamá la fecha para viajar donde su abuela.
Carmen, su madre, respondió lo siguiente: ‘Una vez llegue el fin de semana estarás jugando y disfrutando las delicias de su amada Tina'.
Aproximadamente siete horas separa la casa de Jaime a la de Tina. La distancia, ni el cansancio, eran un impedimento para que el infante mantuviera su motivación encendida.
Cerca de la casa de campo hay un gran árbol, el más hermoso de la comunidad.
Ana, como se llama realmente la abuela, todas las tardes durante dos meses de vacaciones, acostumbraba leerle cuentos a su bebé adorado, como le llamó, desde que nació.
A Jaime se le hizo eterna la noche, el tiempo para él fue aquel reloj de arena que bajaba poco a poco. No veía el momento cuando Carmen, su mamá, le dijera: ‘amor mío, despierta, ya es hora de irnos'.
¡Llegó al gran día! Con mucha ropa en cada maleta y varios juguetes para jugar con su abuela.
Jaime se subió al vehículo de Carmen visiblemente feliz.
Una llamada a dos horas de camino, después de haber salido de su casa, cambió completamente la vida del pequeño.
En la pantalla del carro apareció un número telefónico que decía: ‘Hermana'. Sin dudarlo, Carmen se orilló en la carretera y respondió la llamada.
Mercedes, la hermana menor de Carmen, intentó hablar claro, pero la voz quebrantada no le permitía que sus palabras fluyeran.
‘Nuestra madre está en el hospital y su corazón está dejando de latir', anunció.
El llanto de Carmen alertó a Jaime que algo estaba sucediendo, al ver el rostro de su mamá y el lamento desmedido.
El niño pudo comprender que su abuela no estaba bien.
A una velocidad de 180 kilómetros por hora manejó hasta el centro de atención médica donde se encontraba Tina, y justamente al entrar pudieron vivir la escena más desgarradora que cualquier hijo puede enfrentar.
El médico comunicó que Ana había fallecido.
Su corazón no resistió a los procedimientos que se le habían realizado dentro de la sala de urgencias.
El niño sintió un vacío dentro de su pecho, alguien importante había perdido; la querida Tina se había ido.
Al llegar a la casa de campo, aquella hermosa casa que durante muchos años había ido en las vacaciones, sintió un silencio perturbador. Cada esquina le recordaba a Tina, con tan solo 12 años, experimento el dolor más grande de su vida.
Jaime corrió al viejo árbol sin mirar atrás, al llegar al lugar sintió una brisa, para el niño era la presencia de su amada Tina.
La recopilación de buenos y gratos momentos, evocó debajo del árbol.
Fue desde entonces unas vacaciones distintas, ya que nada sería igual sin su amada abuela.
Moraleja: No olvidemos a los abuelitos de la casa, ellos merecen ser atendidos y queridos. No esperemos tanto por verlos, porque no sabemos que puede suceder en el camino.