El Juventus, una Pascua al borde del abismo

Separado por doce puntos del liderato liguero y fuera de la Liga de Campeones en los octavos de final por segundo año consecutivo
  • domingo 04 de abril de 2021 - 1:28 PM

Separado por doce puntos del liderato liguero y fuera de la Liga de Campeones en los octavos de final por segundo año consecutivo, el Juventus Turín vivió este domingo una Pascua en la tormenta, con la alerta máxima por el peligro de no acabar entre los primeros cuatro y, de paso, no clasificarse para la próxima Copa de Europa.

El empate 2-2 en el derbi contra el Torino, llegado después de una derrota por 0-1 en casa ante el recién ascendido Benevento, dejó a los hombres de Andrea Pirlo contra la pared, pues bajaron a la cuarta posición, empatados con el Nápoles, quinto, con el Atalanta que le arrebató la tercera plaza.

Todo ello, con el clásico contra el Nápoles previsto para el próximo miércoles en el Allianz Stadium, un punto de inflexión clave para entender qué espera al cuadro turinés en los próximos meses.

Los de Pirlo, elegido el pasado verano en sustitución de Maurizio Sarri y en su primera experiencia absoluta como entrenador, suman trece puntos menos con respecto al año pasado y siguen pagando unas graves carencias de concentración que le costaron puntos trascendentales.

Poco a poco, el Juventus vio desvanecer sus opciones de retener el título, ya muy cerca del histórico rival Inter de Milán, entrenado por el ex Antonio Conte, y se encuentran obligados a pelear para evitar una debacle que sería histórica.

La dirección deportiva juventina batió todo tipo de gasto en 2018 para fichar al portugués Cristiano Ronaldo, al considerarle la pieza que faltaba para completar el todopoderoso equipo armado por Massimiliano Allegri.

El cuadro turinés dominaba en Italia con un juego sólido, organizado y autoritario, y venía de disputar dos finales de la Liga de Campeones, ambas perdidas, en 2015 contra el Barcelona y en 2017 contra el Real Madrid.

Sin embargo, a Allegri se le reprochaba practicar un fútbol no suficientemente atractivo y la dirección deportiva decidió en 2018 entregar el banquillo a Sarri y, al no recoger los resultados deseados (eliminación en octavos de Liga de Campeones, final de Copa Italia y Supercopa perdidas y título liguero ganado con apuros), apostar por Pirlo.

Los resultados en esta campaña no han estado a la altura de los años precedentes. Y si bien en Turín se tiene claro que el grupo que fue capaz de ganar nueve "Scudettos" seguidos merece ser celebrado y honrado, también es evidente que es imprescindible clasificarse al menos para la próxima Liga de Campeones.

Lo es a nivel deportivo y lo es a nivel económico, con las cajas del club que se encuentran en grandes apuros a causa del coronavirus y de unos altos gastos en las fichas de los futbolistas, que tocan los 240 millones de euros.

Es evidente que jugar la "Champions" es una condición fundamental para la eventual continuidad de Cristiano, que tiene contrato hasta 2022, pero que según los medios internacionales se está planteando un adiós anticipado al no verse en un equipo suficientemente competitivo.

Faltan diez jornadas para el final del campeonato y el Juventus empezará este ciclo con un tremendo choque directo con el Nápoles, contra el que ya perdió en el precedente enfrentamiento liguero de este año.

Todo ello, en un momento complejo también a nivel extradeportivo, con el técnico Andrea Pirlo que dejó fuera de la lista para el cruce con el Torino al argentino Paulo Dybala, el brasileño Arthur Melo y el estadounidense Weston McKennie, castigados por haber violado las normas anticoronavirus italianas y organizar una cena entre amigos en la noche del miércoles.

Además, en Italia se abrieron las especulaciones sobre el futuro de algunas leyendas del club, como Giorgio Chiellini, de 36 años, y Gianluigi Buffon, de 43 años, cuyos contratos expiran en junio. "Nunca seremos un problema para el Juventus", destacó Chiellini este sábado al analizar su futuro.

Para el Juventus es el momento más delicado de los últimos años. Es necesaria una reacción inmediata para evitar convertir una temporada de "transición" en una debacle histórica.