La viuda angustiada

En este país, Panamá, donde hay más de 1,200 variedades de orquídeas, planta sensual y afrodisíaca, es normal que sus mujeres sean ardie...
  • sábado 15 de octubre de 2011 - 12:00 AM

En este país, Panamá, donde hay más de 1,200 variedades de orquídeas, planta sensual y afrodisíaca, es normal que sus mujeres sean ardientes y, por lo tanto, bellas.

Cuca llevaba quince años de viudez absoluta. Y eso, para cualquier mujer, fina, rakataka, culta, ignorante, pobre o rica, fea o bonita, es un verdadero suplicio.

La situación estaba tan complicada para la pobre Cuca que no podía oír decir tulipanes, porque enseguida pensaba en algo muy diferente a las flores, no podía pasar frente a las carretillas verduleras, porque la sola vista de los plátanos y pepinos la ponía mal y ni qué decir de los guindarejos de ajos, los que contemplaba arrobada.

Sus amigas le regalaron unos juguetitos sexuales, pero ella los miró con desprecio y los donó a la sociedad de las frígidas, porque ella quería sentir piel de macho.

Consciente de su necesidad, salió ese sábado a ver qué aparecía. En cuanto llegó al estadio le llamó la atención un moreno que engullía a mordiscos un saus. No supo por qué le pareció sensual su forma de comer. En cuanto pasó frente a él, este dejó de comer y la miró con deseo pensando que tal vez era una fanática holandesa.

Mientras miraba el partido, recordaba al tipo que comía saus. Trató de distraer la mente porque ella, al igual que todos los miembros de su familia, era blanca, rubia natural y de ojos claros, jamás había tenido nada que ver ni siquiera con un trigueño. Un romance con un negro no estaría jamás en sus planes.

Salía del estadio cuando lo vio, ahora comiendo una carne en palito.

Renato, nombre del chombón mirado por la fula Cuca, tenía su sueño blanco, por lo que aprovechó un parpadeo de ella y se le acercó ofreciéndole lo que quedaba de la carne en palito.

Ni la fula ni el chombo pudieron explicar cómo se empataron, pero lo cierto fue que horas más tarde zanjaban todas las disparidades étnicas en las sábanas blancas de la cama de Cuca.

Pero el gusto se les aguaría un poco cuando unos policías llegaron y se lo llevaron detenido por una supuesta mora en el pago de una pensión alimenticia. Aunque a Cuca le disgustó la irresponsabilidad de Renato, salió dispuesta a reunir el dinero para pagar la deuda y lograr la liberación del chombo. Y fue allá en el juzgado donde se le formó el revolcón, porque mientras esperaba una firma para que le liberaran a su nuevo marido, llegó la mamá del niño y se le abalanzó con golpes e improperios. Repuesta de la sorpresa, Cuca se levantó y agarró a la mujer por el pelo y la llevó hasta un tanque de basura donde intentó meterle la cara, cosa que no pudo hacer porque los policías de turno, a viva fuerza, lograron quitársela. Las detuvieron a ambas por unas horas mientras se les refrescaba la rabia. Ahora le tocó a Renato esperar sentado a que la liberaran. Horas más tarde, la otrora racista Cuca, salía del juzgado colgada del brazo del chombo Renato. Pero salió dispuesta a que Renato le pagara, en la cama y con intereses, toda la plata que tuvo que soltar para que lo liberaran. Y Renato, por su parte, estaba dispuesto a pagar centavo a centavo la deuda…

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